El resultado de las elecciones británicas de la pasada semana ha traído un escenario que, por muy improbable que pareciese hace unos días, se ha acabado por cumplir. Con Theresa May perdiendo la mayoría absoluta de la que disfrutaba en la Cámara de los Comunes, y con su autoridad (ya no solo sobre el país, sino también sobre su propio partido) viéndose resquebrajada por varios frentes, lo cierto es que parece que el Reino Unido no afronta las negociaciones por el Brexit todo lo fortalecido que pretendía.

Esto, por supuesto, ha afectado a la cotización de la moneda británica, que, ya desde el momento que se conocieron los resultados de las elecciones, comenzó a caer en picado. Una vez más, los fallos de cálculo de los líderes del Partido Conservador volvían a jugar en contra del país, y se ha demostrado que, en sus manos, lo más probable es que el país británico siga dando tumbos de aquí hasta una salida pírrica de la UE.

A continuación, os dejamos un resumen de los mayores fallos de los políticos del Partido Conservador en lo que ya podemos denominar como ‘ciclo Brexit’, y algunos consejos en forma de recomendaciones de inversión de cara a escenarios futuros.

David Cameron da alas al UKIP

El primero de los errores de cálculo de los conservadores, quizás, fue cuando decidieron frenar el ascenso de los votantes del UKIP de Nigel Farage absorbiendo, en parte, su relato xenófobo y antiinmigración. Pensaron, como hicieron otros muchos partidos conservadores en Europa, que copiando su relato iban también a ganar a sus votantes. Pero no fue, así, por lo menos en gran parte.

El verdadero resultado fue un aumento en la población de esas mismas ideas que señalaban a los inmigrantes europeos y de otras partes del mundo como culpables del declive británico. Al final, de hoy para mañana, los tories habían convertido a gran parte del país en una ciudadanía contraria a los extranjeros.

Votemos por una salida

Una vez llegados a dicho punto, y luego de culpar a la UE de la otra mitad de los males que no eran responsabilidad de los polacos, David Cameron y su partido pensaron que qué mejor que jugárselo todo a un referéndum por la salida de Europa. Así, calcularon, darían voz a esa creciente parte euroscéptica del país, el remain ganaría el referéndum y ellos saldrían reforzados del envite, tanto por haber dado pie a que se votase como porque la situación quedaría aparcada un tiempo tras la derrota del leave.

Pero claro, el cálculo falló y la bomba le explotó en las manos a Cameron, que, tras haber hecho campaña por la permanencia, tuvo que dimitir como presidente del Reino Unido, tal y como había prometido antes delreferéndum del Brexit.

Unas elecciones para reafirmar el poder

El último tiro en el pie vino cuando la nueva presidenta del Reino Unido y líder del Partido Conservador, Theresa May, decidió convocar unas elecciones anticipadas para aniquilar toda oposición posible por parte del Partido Laborista. Pero la jugada, claro, estuvo lejos de salirle bien, y acabó por dejarle un escenario de pesadilla, obligada ahora a pactar con el DUP, el partido unionista de Irlanda del Norte, para poder sacar un gobierno adelante.

¿Qué dirección tomará la libra?

En medio de todo este caos político creado por el Partido Conservador, la libra esterlina ha seguido marcando mínimos, mes sí mes no, frente al euro y el dólar norteamericano. Y, por la traza que llevan las cosas, parece que la tendencia va a seguir siendo la misma y que una de las mejores opciones puede ser comenzar a operar con CFD sobre la libra esterlina, para aprovecharse así de un escenario bajista sobre la moneda británica.

Al fin y al cabo, el Reino Unido se dirige a una negociación en la que se decide gran parte de su futuro con un gobierno en minoría, cuestionado por una gran parte de la oposición y sin sensación alguna de que los pilotos de la nave tengan idea alguna de lo que están haciendo. Además, teniendo en cuenta la afición que últimamente están teniendo los conservadores y darse continuos tiros en el pie, no sería de extrañar que todo este proceso acabe de la peor forma posible para los británicos y con la libra, claro, por los suelos.