El presidente electo de México, Enrique Peña Nieto, dijo ayer que negociará con partidos rivales para poder concretar su programa de reformas estructurales antes de asumir el poder en diciembre, tras haber obtenido un triunfo más estrecho de lo esperado que limitó su margen de maniobra en el Congreso. Peña Nieto, surgido de la cuna política del PRI pero que busca acabar con sus viejos fantasmas de corrupción y autoritarismo, llega al poder con una economía que no logra ganar vuelo mientras el país lucha contra la violencia narco que deja miles de muertos cada año.
Con el 96.05 por ciento de las casillas contadas, Peña Nieto, se imponía en las elecciones celebradas el domingo con el 38.05 por ciento de los votos por sobre el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, que sumaba el 31.70% de los sufragios. En tercer lugar se ubicaba la oficialista Josefina Vázquez Mota con 25.44%.
Triunfo ajustado
Pero el triunfo del abogado de 45 años no fue tan holgado como anticipaban los sondeos y el partido que gobernó con mano firme entre 1929 y el 2000 no conseguiría la mayoría absoluta en el Congreso como para empujar sus propuestas sin tener que seducir a otros partidos.
La aptitud negociadora de Peña Nieto se verá en los próximos seis meses, en los que deberá trabajar con el Gobierno del saliente presidente Felipe Calderón para tratar de avanzar en sus proyectos de reforma laboral, energética, fiscal y al sistema de seguridad social antes de asumir el 1 de diciembre. «Todas estas iniciativas se estarán trabajando desde ahora con la participación de expertos en materia de políticas públicas», dijo Peña Nieto.
Probablemente la izquierda sea el mayor dolor de cabeza en el Congreso para Peña Nieto. López Obrador, del Partido de la Revolución Democrática (PRD), aún no reconoció su derrota, argumentando que los datos de su partido no coincidían con los oficiales.
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