Según fuentes del Ministerio iraquí de Defensa, un terrorista suicida detonó el cinturón de explosivos que llevaba adosado al cuerpo entre cientos de jóvenes que esperaban turno para alistarse en las Fuerzas Armadas, en el barrio de Bab al Muazam, en el centro de Bagdad.
El número de víctimas mortales causado por la explosión varía entre las 39 registradas por el Ministerio de Sanidad y las 48, según fuentes policiales y de Interior. Asimismo, la cifra de heridos, algunos de los cuales continúan en estado grave, fluctúa entre 57 y 129 personas.
Escasa seguridad
El portavoz del centro de operaciones de Bagdad, el general Qasem Ata, reconoció que las medidas de seguridad en el centro de reclutamiento no eran suficientes. «Las medidas de seguridad adoptadas en comparación con el número de voluntarios que se habían presentado no eran suficientes», dijo Ata.
Ata puntualizó que no se había tenido en cuenta la multitud de reclutas que iba a presentarse a las pruebas de ingreso y agregó que el lugar en el que habían sido convocados los aspirantes no era adecuado como «centro de voluntariado y de agrupación de ciudadanos».
Éste es el atentado más sangriento ocurrido en Irak desde el pasado 18 de julio, cuando 43 personas murieron y otras 40 resultaron heridas en un ataque contra miembros de las milicias progubernamentales Consejos de Salvación, en el pueblo de Al Balesem, al suroeste de Bagdad.
Asimismo, acentúa aún más las dudas sobre la capacidad del Ejército iraquí de mantener la seguridad en solitario, dos semanas antes de que Estados Unidos complete la retirada de sus tropas de combate en el país árabe.
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