En los últimos años, los mercados han sido más influenciados por eventos geopolíticos que por resultados empresariales, tal vez sea porque han pasado demasiadas cosas en poco tiempo: potencial Grexit, Brexit, victoria de Trump, COVID, inflación, la guerra de Rusia y Ucrania, la guerra de Hamas e Israel... han hecho que la economía se mueva a su ritmo y, por lo tanto, también lo han hecho los mercados. Ni siquiera el riesgo de Grexit y toda la crisis del euro se ha extinguido del todo ya que todavía colean algunos aspectos. Por ejemplo en la OPA hostil de BBVA a Sabadell, el BCE, en base al control único, y el miedo a que pase lo mismo que en la crisis financiera, va a tener un peso importante.
La COVID, aunque aparentemente superada, desencadenó una escasez de semiconductores, material del que hemos hablado aquí en varias ocasiones, y que tiene un impacto geopolítico importante: Guerra comercial entre China-EEUU, ayudas públicas o, especialmente, el conflicto pre-bélico en Taiwan. El interés de EEUU en la isla no es ni mucho menos humanitario, es Taiwan Semiconductor, potencia mundial en la fabricación de microchips.
Ligado a este punto, la victoria electoral de Donald Trump en 2016 inició el periodo de Guerra Comercial que ha continuado la administración Biden (históricamente son más proteccionistas los demócratas que los republicanos). En pleno año electoral en EEUU una vuelta del magnate americano a la Casa Blanca es probable, y con ello más tensiones en las relaciones con China. Incluso la Zona Euro también está involucrada, a pesar de ser la parte más débil, acaba de incrementar los aranceles al coche eléctrico chino.
La Guerra de Ucrania y de Israel tiene un demoninador común: las materias primas, especialmente el petróleo, aunque la primera también afectó al trigo y al Gas Natural. Parecía que ese escollo ya lo había pasado la economía, de hecho los precios de las tres materias primas están por debajo de los que cotizaba al inicio de la invasión.
Sí es cierto que el conflicto de Israel ha provocado nuevas tensiones en el petróleo, primero por los ataques hutíes que han motivado el cuasi-cierre del Canal de Suez, y por otro la entrada de Irán, de momento testimonial, en la guerra. Este punto sería más peligroso, por un lado por un posible corte a la venta de producción iraní y, por otro (todavía peor), por un cierre del Estrecho de Ormuz (por donde pasan todos los petroleros del Golfo Pérsico) que provocaría un problema de abastecimiento importante. A pesar de todo, hoy en día, la inflación parece estar controlada del todo, especialmente tras el dato de esta semana en EEUU, pero siempre hay que vigilar el próximo «cisne negro» geopolítico.