Hubo un momento en que se hablaba mucho de los hombres de negro. Aquellos tipos que venían de Europa para intervenir y controlar las cuentas de un país, y cuya aparición en el horizonte de cualquier estado dejaba en evidencia a sus gobernantes.
En Menorca hemos tenido esta semana la presencia de los hombres de verde venidos directamente desde Bruselas, pero para todo lo contrario. Quieren impulsar y aportar financiación a proyectos que contribuyan a la transición energética de la isla hacia el uso de energías renovables.
Inimaginable salto cuántico para Menorca teniendo en cuenta que estamos en la cola de Europa en energías renovables (producimos un paupérrimo 3%) y somos la Reserva de la Biosfera que más contamina.
Un desafío sin precedentes bautizado como Clean Energy for EU Islands de la Unión Europea, tal y como se anunció a finales de noviembre pasado, en el que están dispuestas a poner dinero todas las administraciones públicas desde Menorca a Palma pasando por Madrid y Bruselas.
De hecho, se ha cifrado en 600 millones de euros entre inversión pública y privada lo que se necesita para llegar al 85% de energía renovable a través de diez proyectos a desarrollar hasta 2030. Una música celestial verde que pretende la instalación de parques fotovoltaicos, baterías de almacenaje, autoconsumo de edificios, renovables en entornos urbanos, el programa EuroPACEs Menorca, movilidad eléctrica e infraestructura de carga, implantación de Smart Grids, mercados locales de energía, desarrollo de energías renovables en el área de Milà y una oficina de impulso Menorca 2030.
Pero como nos conocemos y sabemos lo ágiles que son las administraciones, estamos hablando de una hoja de ruta irreal si tenemos que pasar del 3 por ciento de producción al 85 en tan solo once años.
No hay que ser pesimistas, pero surgen dudas de nuestra capacidad tras haber comprobado el colapso habitual de lo público en los grandes proyectos, el rechazo popular en épocas pretéritas a la instalación de aerogeneradores, las polémicas surgidas por el parque solar de Son Salomó o la lentitud en la tramitación y el encaje del proyecto de distribución de gas en Menorca, que tal y como está planteado, no habla de ni de gas renovable ni de biogás a través de sus tuberías. Habrá que poner mucha fe para conseguir un objetivo tan ambicioso para la isla.