Los clientes que compran una embarcación superior a los 80.000 euros han crecido este 2018 frente a los que optan por esloras más pequeñas o de segunda mano. | Joan Socies

A las puertas de cerrar la temporada alta, la industria náutica menorquina tiene previsto hacerlo con un crecimiento de un 5% en sus ventas, tal y como apuntan todos los indicadores. No se podrá decir que 2018 haya sido un mal año porque los números han sido positivos para el sector, pero sí que han tenido un comportamiento distinto al de otros años. Así lo expresan desde la Asociación Menorquina de Empresa Náuticas (ASMEN), que aglutina más de setenta empresas relacionadas con el sector náutico.

“Existe un cambio de tendencia porque el descenso de ventas ha venido del comprador de segmento medio-bajo o de segunda mano, mientras que el cliente de esloras mayores, entre 8 a 10 metros o superior, ha crecido”, explica Justo Saura, presidente de la entidad y desde finales de mayo también presidente de la Pequeña y Mediana Empresa de Menorca. “El que compra una embarcación que supera los 80.000 euros no viene en junio o julio sino que te hace el encargo durante el primer trimestre del año, que es lo que ha sucedido esta temporada con mayor frecuencia en las empresas”, afirma Saura. “Sin embargo, lo que ha descendido es la demanda del cliente local de la pequeña embarcación o de segunda mano, y tenemos que averiguar los motivos”, comenta Saura.

Para el presidente de ASMEN, la falta de amarres que acumula el puerto de Maó es el principal freno para este tipo de comprador, y prueba de ello es que todavía existe una lista de espera en el que está considerado el puerto natural más grande del Mediterráneo. “Aquí hay algo que está fallando, desde la legislación que debería contemplar la realidad de la utilización hoy en día de un amarre, hasta la implantación de planes de mejoras que se han prometido desde Autoritat Portuària para desarrollar la rada mahonesa, pero que no acaban de ejecutarse” afirma Justo Saura. “Es verdad que las marinas han tenido buena ocupación porque Menorca siempre tiene un atractivo y el ciclo económico es más favorable, pero este puerto tiene un gran potencial para despegar”, comenta.

En cuanto a la reparación y el mantenimiento, las facturaciones se han mantenido a niveles similares al año anterior porque los clientes acostumbran a ser muy fieles a su náutica. Esta asociación cuenta con 74 asociados relacionados con la náutica, desde marinas, venta y reparación de embarcaciones, escuelas de vela, buceo recreativo y buceo profesional o alquiler de kayaks, entre otros. En los últimos dos años ha experimentado un crecimiento de empresarios autónomos que abren su negocio relacionado sobre todo con el alquiler de embarcaciones, el buceo o la salida en kayak.

IMPULSO AL VARADERO. Desde 2017, uno de los aspectos más celebrados por parte del sector náutico menorquín ha sido la construcción de la grúa para izar y devolver al mar embarcaciones de hasta 125 toneladas.

Su puesta en marcha ha contribuido a que las siete u ocho embarcaciones que actualmente se tienen que desplazar hasta Mallorca puedan hacer su varada aquí, pero las expectativas estaban puestas en su contribución como palanca para empezar a generar riqueza al tejido empresarial insular.

“La explotación se tuvo que hacer de manera provisional mientras no se convocaba un nuevo concurso para la concesión, pero el año próximo finaliza este plazo y todavía no hay nada convocado”, explica el presidente ASMEN. “El varadero tiene muchas posibilidades, pero hace falta promocionarlo para captar demanda y que puedan venir embarcaciones de mayor eslora para hibernar, que generen trabajo en invierno y contribuyan a ser un motor de trabajo para el sector”, concluye Justo Saura. Ha llegado el momento de elevar el tono.