El otro día el exministro de Exteriores García-Margallo, contestando a una pregunta sobre los problemas económicos a los que se enfrenta España en estos momentos, hablaba de las tres “des”: desempleo, desigualdad y deuda exterior.
A finales del pasado mes la tasa de desempleo era de 3,2 millones de personas. Es un hecho que ha disminuido el número de parados si lo comparamos con los momentos más críticos de la crisis, no obstante la cifra sigue siendo muy alta, el 16,1 % de la población activa, a pesar de que el pasado mayo se registró un incremento notable en el número de ocupados superior a los 237.000 nuevos puestos de trabajo. Esta evolución al alza sitúa el número de afiliados a la Seguridad Social en una cifra próxima a los 19 millones, rozando el nivel máximo de los 19,38 millones de cotizantes en el año 2008, justo antes del estallido de la crisis.
Dice bien el exministro cuando afirma que el paro, la desigualdad y la deuda, siguen siendo los grandes retos no resueltos de la economía española. Hay que estar muy atentos a la evolución de estos desequilibrios cuando el viento exterior, que hasta ahora ha soplado de cola, vire 180º y sople de frente.
Estamos a las puertas de un cambio en la política monetaria por parte del BCE. Van a subir los tipos de interés y es muy probable que el próximo septiembre finalice el programa de compra de bonos con el que el BCE ha intervenido en el mercado de la deuda. Resumiendo: el dinero ya no será gratis y volverá a costar dinero. Para España, con una deuda muy importante, dejar atrás la política monetaria expansiva llevada a cabo por el presidente Draghi puede condicionar el crecimiento económico de nuestro país y del resto de los estados de la periferia del euro.
Un breve comentario sobre la deuda. La deuda pública más la privada (familias y empresas) representa actualmente el 287% del PIB. De toda esta deuda, el 45% corresponde a las administraciones públicas, 2l,34% a las empresas y el 21% a las familias. ¿Cuántos kilos de deuda le sobran a la economía española? se preguntaba el catedrático Joaquín Maudos en un escrito que publicó el 1 de mayo en La Vanguardia. Su respuesta era la siguiente: “Apenas tenemos sobrepeso en la privada. Pero en el caso del sector público, el sobrepeso es enorme, ya que frente a un nivel de referencia del 60%, España está en el 98,3% del PIB. Al sector público le sobra el equivalente a 440.000 millones de euros”.
Es imprescindible, pues, poner freno a los déficits públicos que han generado esta deuda que para muchos expertos es del todo punto impagable.
Por otra parte, es una evidencia que la crisis, en su fase más aguda, 2008-2013, ha tenido unas consecuencias sobre la población española muy negativas, acentuando la desigualdad y afectando con especial virulencia a las clases menos favorecidas. Solo la recuperación del empleo podrá ir paliando este hecho para que poco a poco se pueda volver a la situación de los años previos a la crisis.
Así pues, los problemas que le esperan al nuevo gobierno son de un gran calado y, además, teniendo en cuenta su representación parlamentaria, es seguro que su día a día no será un camino de rosas. No obstante, hay que desearle suerte por el bien de España.