El gigante de casi 2,20 metros se había roto la pierna esta semana, pero no está claro que ese hecho haya contribuido a su fallecimiento, informó el portal TMZ, especializado en información sobre famosos.
Kiel habría cumplido 75 años este sábado.
El malvado «Tiburón», un asesino con dientes de acero y con una fuerza descomunal, se convirtió en una figura tan carismática entre los espectadores que los guionistas de James Bond lo hicieron más amigable en el segundo filme de la saga donde apareció.
«El espía que me amó» se estrenó dos años después del estreno de «Tiburón», la célebre película de Steven Spielberg.
Antes de esas apariciones en la franquicia del agente 007, Kiel había adquirido cierta popularidad con sus papeles en «El clan de los rompehuesos», junto a Burt Reynolds, y en la serie «The Wild Wild West», como compinche del malvado de la función.
Las generaciones más jóvenes conocieron a Kiel gracias a su participación en la comedia de Adam Sandler «Terminagolf».
Su estatura y características físicas se debían a que padecía de acromegalia, una afección poco frecuente que se presenta cuando la hipófisis produce demasiada hormona del crecimiento.
Entre sus obras más recordadas figuran «Silver Streak» (1976), «El jinete pálido» (1985), «Inspector Gadget» (1999) y la cinta de animación «Enredados» (2010), donde prestaba su voz al personaje de Vlad.
Kiel también trabajó de forma habitual en televisión con intervenciones en series clásicas como «Twilight Zone» o «The Monkees» y apariciones esporádicas en «Lassie», «The Man From U.N.C.L.E.», «Gilligan's Island», «I Spy» o «Starsky & Hutch».
La autobiografía del intérprete, «Making It Big in the Movies», se publicó en 2002.
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Un tipo simpático, triste día, descanse en paz.