El hilo conductor de la muestra es la «gran fascinación» que sintió Joan Miró por la obra teatral «Bubú rey», del francés Alfred Jarry, sobre un «ser despótico, cruel, tirano y prototipo de las dictaduras del siglo XX», y que supuso el comienzo del teatro del absurdo, ha explicado en una rueda de prensa la comisaria de la exposición, Dolores Durán.
Joan Miró (Barcelona, 1893-Palma de Mallorca, 1983) era, según Durán, una persona comprometida y opuesta a la dictadura de Franco, como se ha querido reflejar en esta exposición, para la se ha elegido la relación del artista con «el mundo de Ubú» con la intención de presentar algo diferente, una cuestión «muy importante» en la obra del artista catalán y una de sus facetas apenas conocida.
Las casi 150 piezas que se pueden ver hasta el 3 de junio en el Palacio Sástago pertenecen a la Fundación Serra, excepto dos marionetas de la colección que pertenecía al grupo de teatro La Claca y que se encuentran depositadas en el Museo de las Marionetas de Tolosa.
En total son ochenta litografías, de 1966, 1971 y 1975 y divididas en tres series, en torno al personaje despótico de Ubú y en las que el artista pasa de los colores ácidos y chillones y utiliza textos de Jarry a un lenguaje más simplificado y sintético, tanto en el texto como en las imágenes.
Además se muestran una veintena de dibujos; cuatro marionetas creadas para la representación teatral de «Mori el Merma», estrenada en el Teatro Principal de Palma de Mallorca en 1978 por la compañía La Claca; fotografías, material documental y una película del proceso de pintado de la obra de teatro y que pertenece al archivo de la Filmoteca de Cataluña.
El presidente de la Fundación Serra, Pere Serra, amigo personal de Miró, también se ha referido a la «obsesión permanente» que tuvo el artista por la obra «Ubú rey» durante los últimos treinta años del franquismo, ya que veía ciertos paralelismos entre ese rey de una nación inventada y el jefe del Estado.
Así, en la exposición se podrá admirar, según Serra, la más amplia colección mironiana destinada a la lucha contra Franco, para el que Miró no existía, no tenía categoría, ha agregado.
Una situación que sin embargo fue muy favorable para el artista, que pudo vivir de una manera «solitaria, tranquila y feliz» en Palma de Mallorca desde los años sesenta, dedicándose a su obra y a «divertirse pensando en Franco», ha dicho.
Miró siempre quiso tener una «pared» entre el Gobierno y su vida, por lo que cuando Manuel Fraga descubrió el gran valor de su obra en la pintura mundial e «intentó conquistarle», el no se dejó, ha relatado Serra.
Asimismo, ha subrayado que era una persona «muy, muy sencilla, amable y atenta», pero cuando hablaba de su obra cambiaba porque «tenía una idea muy particular de lo que representaba en el mundo» y así, al ser preguntado por el mejor pintor del mundo citaba a Picasso en primer y segundo lugar, pero en el tercero se incluía el mismo junto a Kandinsky, entre otros.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Periódico de Ibiza y Formentera
De momento no hay comentarios.