Kosslick, director de la Berlinale, ayer, durante su intervención ante los medios en el IFF. Foto: IRENE G. RUIZ

JULIO HERRANZ

Dieter Kosslick, director del Festival Internacional de Cine de Berlín, conocido popularmente como la Berlinale, recibió ayer en una fiesta en Casa Colonial el Premio 'Vicente Ribas' a la Promoción del Cine del Ibiza International Film Festival (IFF). «Estamos muy agradecidos; es para nosotros un honor recibir este reconocimiento por parte de un festival con el que compartimos el espíritu de lucha por un cine en libertad», apuntó ayer Kosslick ante los medios.

Nacido en 1948 en Pforzheim (Alemania), «tengo casi los mismos años que la Berlinale», confesó Kosslick. Un festival que nació en 1951, en plena 'guerra fría' y que, con una media de 200.000 entradas vendidas, es el que tiene más espectadores del mundo, acreditando cada año a 19.000 profesionales del cine de 120 países, incluidos cerca de 4.000 periodistas; con un programa que suele incluir cerca de 400 películas. «Este año hemos batido récords de gente», precisó.

Según explicó el responsable del certamen alemán, la Berlinale «se creo a partir de dos ideas centrales. Por una parte traer a Berlín, una ciudad con gente deprimida y con tensiones de todo tipo en aquellos duros años de la posguerra, a estrellas de cine que les hicieran olvidar tanto desastre. Y por otra parte, que fuera un certamen que apostara por el entendimiento entre los pueblos y a favor de la paz». Una filosofía que ha seguido defendiendo en sus casi 60 años de historia. «No importa cuáles fueran los cambios políticos por los que iba pasando Berlín durante estas décadas; en el festival siempre hemos luchado por proteger los derechos humanos en general y los de las minorías en particular. Apostando por el cine hecho por creadores gays, el cine latinoamericano, el de los países del Este de Europa durante la Guerra Fría o la cinematografía asiática y de oriente en general», recordó Dieter Kosslick en la rueda de prensa, haciendo un breve resumen de las grandes líneas que mueven al festival berlinés.

El responsable de la Berlinale también contó algunas anécdotas singulares en las que se ha visto envuelto como profesional de la gestión cinematográfica. Como la de que el atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001 le pilló en México, donde se quedó bloqueado unos días sin posibilidad de encontrar un avión para ir a Los Angeles, donde tenía que hacer una serie de gestiones para cerrar acuerdos sobre películas a presentar en Berlín. Y al respecto, Kosslick contó que la Berlinale presentó en los años que siguieron las películas y documentales que se hicieron sobre el atentado. «No somos un festival político, pero nos mojamos con las causas del momento. Tenemos los pies bien plantados en la realidad, vista a través del prima artístico del cine. Así que, por supuesto, también nos estamos haciendo eco de las obras que tratan de la crisis financiera mundial», subrayó.

Sundance mediterráneo

Preguntado por este periódico si el festival ibicenco podría catalogarse como una especie de festival Sundance mediterráneo y por qué tipo de cine creía que el IFF debería apostar en su programación, Dieter Kosslick se mostró bien explícito: «Creo que este festival debería apostar por el cine independiente, si es posible transportar a esta isla el espíritu de los festivales de Sundance o Toronto», apuntó el director del Festival de Cine de Berlín.

Además, fijo que esos festivales, como la propia Berlinale, «han crecido muchísimo en los últimos años»; que son certámenes «construidos de forma diferente a los de Cannes o Venecia»; señalando también los puntos en común con ellos: «También tenemos competición y alfombra roja, pero a la vez realizamos una importante labor divulgativa de lo que estamos haciendo». Y recordó que Sundance «es conocido por apostar por el cine independiente norteamericano, y no tanto por presentar un programa internacional; mientras Toronto es un festival que se concibe como un mercado de cine».

Por último, el director de la Berlinale expresó varios elogios sobre Eivissa y aseguró que le gustaría ser el director de su festival de cine; pues consideró que sería un trabajo mucho más descansado que el suyo; aparte de los encantos naturales de la isla que tanto seducen a todo el que los descubre.