Arriba, vitrina con máscaras funerarias, fenicias y púnicas sobre todo, pero también griegas.

JULIO HERRANZ

A la espera de que el Museu Monogràfic del Puig des Molins reabra por fin sus puertas, el eficaz equipo de la casa, encabezado por su entusiasta director, Jordi Fernández, y la Direcció General de Cultura del Govern (gestora responsable de la entidad) han montado una interesante exposición temática que va a quedar abierta al público hasta el día antes de que las últimas obras y reajustes del dilatadísimo proyecto sean al fin ejecutivas. Así, la muestra Rituals de mort, como apuntó Fernández en la presentación, viene a ser como un resumen oportuno del importante contenido de este importante museo monográfico. Con más de 200 piezas destacadas del abundante material que contiene el museo de Vía Romana.

Su director resumió así su concepto e intención: «Es un pequeño recorrido de esta necrópolis a través del ritual funerario desde el mundo fenicio hasta el púnico. Nos hemos limitado a esta área histórica por cuestión de espacio. Así, no podíamos poner muchos materiales del mundo romano, que también hay en esta necrópolis». Recorrido que se mueve a través de paneles explicativos y piezas originales, como joyas, escarabajos y amuletos varios, así como una curiosa variedad de elementos para dar el visitante una idea suficiente de cómo eran los diferentes ritos funerarios y los distintos objetos que acompañaban a los enterramientos.

A través de la sugerente cantidad de piezas bien seleccionadas de los fondos del museo, la muestra describe la importancia de la preparación del cadáver para el correcto tránsito del difunto al más allá y la purificación del cuerpo mediante su limpieza total (incluida la depilación), física y espiritual.

Jordi Fernández señaló que la exposición está organizada «para que pueda verse todo lo que sucede con un muerto; qué elementos se le colocan, qué le acompaña a la otra vida, qué ritual se hace sobre él, los aspectos de salvaguarda para protegerle en el otro mundo... También hay joyas, muy pocas, y huevos de avestruz decorados con alusiones específicas...».

El recorrido por la muestra sobre los Rituals de mort que se practicaban hace más de veinte siglos en la necrópolis del Puig des Molins termina con el icono más famoso del Museu Monogràfic, el busto griego de Tanit (Demeter en su ámbito original de procedencia), considerada como la diosa de Eivissa. Busto encontrado en las excavaciones de 1913 que ahora luce más parecido a su aspecto original después de una delicada restauración. Y una singular y laboriosa aportación artística que el pintor ibicenco Joaquín Roselló realizó cuando hacia la prestación sustitutoria de la Mili: una serie de acuarelas sobre los ritos funerarios que le encargó Benjamí Costa, el Conservador del museo, otro de los grandes activos de la entidad.

La necrópolis del Puig des Molins fue el cementerio de la ciudad de Eivissa durante toda la Antigüedad. Se halla en una pequeña colina a unos 500 metros a poniente del Puig de Vila, donde se ubica el casco histórico, siguiendo el modelo clásico de establecimiento urbano fenicio que encontramos tanto en Oriente como en Occidente, donde la ciudad y la necrópolis están relativamente próximas entre sí, a la vista la una de la otra, aunque separadas por un pequeño accidente geográfico.

Es la necrópolis más antigua, extensa e importante de la isla. En ella se han realizado numerosas campañas de excavación que han proporcionado un importante conjunto de materiales (terracotas, cerámicas, metales, vidrio...), que la convierte en un yacimiento arqueológico fundamental para la investigación y reconstrucción de la historia de la ciudad y la isla durante la Antigüedad. Aunque su secuencia histórica es dilatada, con diversos períodos, es la singularidad de su etapa púnica la que la convierte en un referente para el conocimiento de esta cultura mediterránea. Por ello fue declarada en 1999 por la Unesco Patrimonio de la Humanidad, junto a otros elementos de la isla.