Tengo curiosidad por comprobarlo. Me refiero al conseller de Cultura, Marià Torres, a quien me gustaría saludar esta tarde (20h) en Can Ventosa; escenario de la clausura de la II Trobada Internacional de Literatura Eivissa, Port Mediterrani del Llibre, que se está celebrando desde el miércoles en varios escenarios de Vila.

JULIO HERRANZ

Lo digo como un toque de atención al cargo, no a la persona, faltaría más; nos conocemos desde hace años y tengo con él una relación cordial y amistosa. Pero es que creo que va con el cargo de conseller de Cultura asistir a un evento así, cuadrando agendas para encontrar el hueco oportuno. E insisto porque llueve sobre mojado; pues en la edición del año pasado brilló por su ausencia en la clausura, cuando el invitado era nada menos que Juan Gelman, todo un Premio Cervantes. Pero en cambio no se pierde (ni él ni todos los políticos) las misas y procesiones de las fiestas de los pueblos; un numerito religioso-folklórico que sigo sin entender en un país en el que hay separación de poderes entre Iglesia y Estado. ¿O no?

Aprovecho de paso este rincón marginal para aplaudir a los que han hecho posible esta segunda entrega de Eivissa, Port Mediterrani del Llibre, todo un lujo para una isla en la que iniciativas así pueden parecer exóticas. Como aplaudo las palabras de la alcaldesa de Vila, Lurdes Costa, en la inauguración el miércoles en es Polvorí, con un recital emotivo y singular del poeta guatemalteco indígena Humberto Ak'abal. Dijo Costa: «La crisis suele afectar a la cultura; pero no en nuestro caso. Hay que ahorrar, sí, pero no en cultura. Todo lo contrario, queremos convertir a la cultura en reclamo turístico. Por lo tanto seguimos cumpliendo nuestro compromiso, gracias al esfuerzo y al entusiasmo de mucha gente». Pues eso; y que no decaiga.