El próximo viernes día 28, a las 20,00 horas, tendrá lugar la presentación pública de la primera fase de la restauración de las pinturas murales de la iglesia de Santo Domingo (El Convent), en Dalt Vila, llevada a cabo por alumnos del Instituto Valenciano de Restauración, dirigidos por Carmen Pérez. Un trabajo centrado en las pinturas murales del presbiterio de esta iglesia de Dalt Vila, perteneciente al Convento de Santo Domingo, que data de 1592. El presupuesto del proyecto de restauración ha sido de 29.000 euros, de los cuales el Consell ha pagado 12.000, quedando el resto a cargo de tres feligreses de la parroquia, que ya no están en el anonimato, como apuntó en principio el conseller de Patrimoni, pues en el folleto promocional publicado por el Consell figuran sus nombres: Lluís Llobet Tur, Juan Ribas Vich y Guadalupe Tur de Montis.
El próximo año se realizará la segunda fase de la restauración, dedicada al resto de las pinturas murales de la iglesia de este convento, regentado por los dominicos, encargados de impartir la enseñanza de primeras letras y gramática en la isla hasta 1836, fecha de la exclaustración y la desamortización de Mendizábal. Según la Conselleria de Patrimonio, «la iglesia, dedicada a Sant Vicent Ferrer y Sant Jaume conserva unas pinturas murales de notable valor histórico y artístico».
El conjunto del presbiterio fue realizado en 1884 por el pintor mallorquín Vicente Matas, como confirma la leyenda descubierta en la restauración. La escena representa la glorificación del santo valenciano (Sant Vicent Ferrer) con el coro de ángeles que portan los atributos que lo caracterizan, la corneta anunciadora, la azucena y el libro de evangelizador.
La obra se encontraba en un estado muy precario debido a las sulfataciones y sales producidas por antiguas filtraciones de agua. Tenía zonas desconsolidadas en peligro de desprendimiento y grietas que atravesaban el centro de la bóveda. Las pinturas presentaban la suciedad propia del paso del tiempo; fundamentalmente, polvo y partículas de contaminantes procedentes de la combustión de las velas, grietas, faltantes de película pictórica y estuco, así como manchas de aglutinantes. Además de las alteraciones producidas por incendios y diversos avatares que han sufrido las pinturas en su historia. Con el agravante de que, para disimular los deterioros, las pinturas fueron retocadas en numerosas ocasiones con materiales inadecuados que produjeron alteraciones químicas, provocando daños aún mayores, además de cambiar la concepción estética del conjunto.
El proceso de intervención realizado en la restauración, llevado a cabo en los pasados mayo y junio, incluyó en primer lugar un estudio fotográfico exhaustivo y análisis científicos para la identificación de pigmentos, aglutinantes y morteros. A continuación se llevo a cabo la consolidación con un mortero de inyección de las grietas y zonas con peligro de desprendimiento. En la fase siguiente se realizó una limpieza por capas para devolver a las pinturas su aspecto original. Las zonas con pérdidas de mortero y pintura se estucaron y adecuaron cromáticamente con pigmento al agua y acuarela. Por último, se aplico una protección final al conjunto.
Los criterios seguidos para la restauración de las pinturas del presbiterio «han sido el de mínima intervención, máximo respeto a la obra y utilización de materiales reversibles. Por ello se decidido mantener aquellos repintes que no cubrían el original, puesto que su eliminación suponía una gran pérdida para el conjunto; además de estar realizados con materiales adecuados que no alteran el original», según el folleto del Consell.
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