Stefano Contini, el pasado miércoles, en el puerto de Eivissa. Foto: IRENE. G. RUIZ

PEP TUR

El encuentro con el prestigioso galerista y marchante de arte italiano Stefano Contini se produce a bordo de la lancha que ha alquilado para pasar sus primeras vacaciones pitiusas, cuyas islas alaba sin reparos: «Ibiza es un territorio lleno de vida, con mucha libertad, casi sin reglas, cada uno adopta el 'rol' que prefiere; y Formentera es otro mundo», afirma con seguridad. Apenas 24 horas antes, Italia se ha clasificado para la final del Mundial, un hecho que hace que aún disfrute más de sus vacaciones.

Stefano Contini reside en Venecia, aunque nació en Pistoia, en la Toscana italiana, en 1950 y su relación con el mundo cumple actualmente treinta años, tras ser el responsable de Rizzoli Editore y Rizzoli Finarte e inaugurar su primera galería. «El amor por el arte está dentro de uno, y no está ahí no se puede hacer este trabajo. Aunque realmente no lo considero como un trabajo, esto es el más hermoso de los pasatiempos que una persona puede tener».

Representante de artistas como Fernando Botero, Anton Zoran Music, Igor Mitoraj, Mario Arlati, Sandro Chia o Julio Larraz, en sus galerías de Venecia, Mestre y Cortina d'Ampezzo puede encontrarse obra de Picasso, Miró, Chagall, Christo & Jeanne Claude, Graham Sutherland, Giacometti y otros muchos grandes nombres del arte. El pasado año fue el responsable de la gran exposición de Botero acerca de Abuh Graib en Roma y de una extensa muestra de Christo & Jeanne Claude en Venecia y que se saldaron ambas con un gran éxito de crítica y público.

Un mercado acelerado
Mucho han cambiado las cosas en las tres décadas que Stefano Contini lleva en el mundo del arte, pero hay una de ellas que le ha sorprendido en los últimos años: la aceleración que ha sufrido el mercado artístico. «Sorprende mucho la aceleraciónde los precios, que ha sido exponencial en los últimos tres o cuatro años. Gran parte de la situación se debe a la entrada en el mercado de los fondos de inversión, los cuales están condicionando absolutamente el precio de mercado hoy día, porque no son coleccionistas, son inversores, en realidad son como bancos». Esta situación, para el galerista, ha logrado que el mercado viva actualmente una situación «más que buena», pero que podría convertirse en pan para hoy y hambre para mañana. «Es una situación peligrosa para el mundo del arte, porque puede revertirse el día de mañana perjudicando entonces al mercado en general», explica, para recordar a continuación que el buen momento del mercado artístico ya ha sido destacado en la reciente Art Bassel. «El mercado está un poco loco», resume a modo de sentencia.

España
Por lo que se refiere a España, Contini cree que nuestro país se ha mantenido durante mucho tiempo fuera del mercado europeo, aunque ahora es uno de sus principales protagonistas. «España ha hecho cosas excepcionales en los últimos años y es un mercado importante e interesante que vigilo con mucha atención».

Pero el mercado no es el único motivo por el que viaja a España: «Me gusta mucho el país y me gusta mucho su gente. Es un pueblo muy ligado a la cultura y lo demuestra en muchas ocasiones. En España, por ejemplo, los bancos y las instituciones financieras tienen una gran intervención en el mundo cultural, un aspecto que en muchos otros países se toca con mucha más cautela», reflexiona el galerista.

En lo tocante a los artistas españoles que prefiere, Stefano Contini responde con seguridad y celeridad: «Manolo Valdés en primer lugar, soy un gran admirador suyo, y, a continuación, Antoni Tàpies».

Galerista de mirada amplia, Stefano Contini está atento igualmente al nuevo entorno del arte, a los nuevos mercados que la globalización está abriendo. «La situación actual me recuerda a ciertos momentos de la década de los noventa, aunque hoy haya cambiado el concepto de aficionado al arte, que es mucho más abierto, es más accesible a mucha más gente y, sobre todo, a nuevos mercados, como el asiático, que ya no se limita tan sólo a Japón».

«El famoso Miró que apuñaló Cela es muy feliz viviendo en Venecia y no tiene ninguna intención de volver a España». Así de rotundo se expresa Stefano Contini al referirse a una obra que desató una gran polémica en nuestro país al estar implicada en la herencia del premio Nobel español. Una historia resumida del mismo señala que el cuadro, propiedad de Cela, resultó ser una falsificación de Miró. Al enterarse, el escritor lo apuñaló y rajó. Posteriormente, el propio Miró lo autentificó pintando sobre la misma tela. Su primer título, «Personnage oiseau», quedó relegado, conociéndose ahora como el «Miró apuñalado». El cuadro fue toda la herencia que recibió el hijo de Cela, Camilo José Cela Conde, quien lo vendió al galerista barcelonés Jordi Vilafranca. El destino situó la obra en el camino de Stefano Contini, quien lo puso a la venta en su galería de Cortina d'Ampezzo y de alli lo trasladó a Venecia, donde, ahora mismo, figura en su colección privada. «No está a la venta. Estoy muy contento de que pertenezca a mi colección», relata dibujando una tímida sonrisa de satisfacción en su rostro.