El alcalde de Eivissa y familiares de Antoni Riquer descubrieron ayer una placa en su memoria. Fotos: G.G.LAMA

JULIO HERRANZ

El alcalde de Eivissa, Xico Tarrés, en presencia de algunos familiares de Antoni Riquer Arabí, descubrió ayer una placa en su casa natal de la Marina: Carrer de Mar, nº 27. Con este acto se inicia el programa de actividades con las que el Consistorio ibicenco quiere honrar la memoria del ilustre corsario, justo el año en que se cumple el bicentenario de una de sus hazañas más renombradas: la captura del barco inglés «Felicity»; y otra efemérides señalada: el centenario de la erección del obelisco en el Puerto como homenaje a Riquer y a todos los corsarios ibicencos.

Xico Tarrés apuntó que «con actos como este el Ayuntamiento quiere poner en valor a nuestros personajes históricos, para que la ciudadanía les recuerde como merecen». Recordó el centenario del obelisco e hizo votos «para que vuelva a ser un monumento de referencia ciudadana, como lo fue durante muchos años», cuando se reordene el tráfico y esta zona portuaria esté más descogestionada que ahora.

Antes del descubrimiento de la placa conmemorativa, el investigador Pere Vilàs, autor de varios trabajos sobre los corsarios ibicencos, glosó la figura de Antoni Riquer Arabí, quien nació el 18 de enero de 1778 y murió («de muerte natural, a diferencia de muchos de sus compañeros») a los 68 años, «después de una vida de plena dedicación al mar y al noble oficio al que desde muy joven se había entregado, seguramente para seguir el camino de su padre y, posiblemente, por ser la única opción para canalizar un entusiasmo juvenil que le llevó a surcar la mar de por vida en busca de lo que había más allá del horizonte», precisó.

Varios miembros del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Eivissa, así como representantes de la vida cultural de la isla, aficionados a la historia y algunos ciudadanos y turistas curiosos asistieron bajo un sol de justicia al acto del descubrimiento de la placa en la casa natal de Riquer Arabí, ubicada frente a la iglesia de Sant Telm. Una concurrencia que atendía las informaciones de Pere Vilàs, quien se demoró particularmente en el caso del apresamiento del «Felicity».