Adolfo Sotelo, comisario de la exposición «Camilo José Cela,
fabulador. Entre la memòria i la mirada», inaugurada el jueves en
el Centre de Cultura Sa Nostra de Palma, destacó en la presentación
que el montaje nació del propósito de ofrecer una visión de la vida
y la obra del Nobel de un modo «diáfano, sintético y
contemporáneo». Al mismo tiempo, Marina Castaño, presidenta de la
fundación que lleva el nombre del escritor, de la que se cumplen 20
años de su apertura, aseguró que, debido a que «gran parte de la
obra» de Cela «ha sido escrita en esta isla», era «obligado que la
muestra viniera aquí antes que a ningún otro sitio».
La exposición, que será itinerante, «surgió de una necesidad
planteada en el seno del patronato de la Fundación Camilo José Cela
para dar a conocer fuera de Galicia la importancia de su legado
fundacional», añadió Marina Castaño, viuda del autor de «La
colmena». Un ingente legado que la presidenta de la entidad resumió
en «15.000 páginas manuscritas de Cela, sus 45.000 libros, 550
cuadros, 70.000 cartas, 40.000 revistas y todo el universo de
colecciones, objetos artísticos, archivos y referencias». Partiendo
de una selección de este material, la exposición, que se ha
organizado entre la fundación celiana, el Govern balear y «Sa
Nostra», busca transmitir las «sensaciones suficientes sobre el
temperamento y el talento» del Nobel de Literatura y «sobre lo
peculiar y valioso» de su legado, añadió Castaño.
De este último en Palma se exhiben manuscritos; objetos
personales; primeras ediciones de sus novelas; fotografías de
diferentes períodos de su vida, incluyendo los años mallorquines;
ejemplares de la revista «Papeles de Son Armadans», que Camilo José
Cela fundó y editó en Mallorca entre los años 50 y 70 y en la que,
según Sotelo, dio «voz a sus contemporáneos que están en la
Península, que están escribiendo, pintando o esculpiendo».
Meticuloso y coleccionista, Cela guardó las botellas de vino o
licores con que obsequiaba a sus invitados ilustres, artistas y
escritores, quienes las firmaron o dibujaron. Y atesoró los dibujos
de sus amigos, muchos grandes firmas del arte, que fueron portada
en «Papeles de Son Armadans». Algunos de estos testimonios de su
vida privada o de su faceta de promotor cultural han viajado
igualmente a Mallorca.
La muestra «dibuja el perfil» de un escritor de personalidad
«poliédrica» y de obra «oceánica», en palabras de Sotelo,
estructurada en cinco ámbitos titulados con palabras «del propio
Camilo». Por ejemplo, el primero, que va de 1916 a 1942, lleva por
título «Se acabó el divagar», una sentencia del escritor cuando, en
1940, concluyó «La familia de Pascual Duarte». En ese momento
«nacía el Cela novelista».
Por otra parte, Marina Castaño aseguró ayer que la relación de
la Fundación que preside con Mallorca «no se interrumpió nunca»,
sólo que «durante un tiempo estuvo latente».
Castaño recordó que, desde que asumió la presidencia de la
entidad, en su patronato hay tres miembros de Mallorca, el Govern,
Sa Nostra y Pere A. Serra, editor del Grup Serra, «con presencia
activa y visible». Cela sentía «cariño y pasión por Mallorca» y
tenía «muchos lazos con amigos mallorquines».
Finalmente, respondió: «Nunca se sabe, no desdeño ninguna
posibilidad», a la pregunta de si algún día puede haber en Mallorca
una anexo de la Fundación, una idea que se barajó en otro tiempo
dado que Cela escribió en la Isla durante 30 años.
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