Han pasado ya tres décadas desde que murió Francisco Franco, el hombre que rigió con mano de hierro el destino de España durante cuarenta años tras salir victorioso de una Guerra Civil, iniciada con un golpe de estado a cargo de los militares, que acabó con la República.

Con el paso del tiempo, y con la normalidad democrática de nuevo instaurada entre nosotros, son muchos los historiadores, investigadores y novelistas que han puesto sus ojos sobre la figura de quien fue considerado Generalísimo y Caudillo para intentar desvelar cuáles fueron las pulsiones que afectaron a su vida y, lógicamente, a los ciudadanos españoles entre el inicio de la Guerra Civil y la reinstauración monárquica y democrática de finales de los años setenta.

El mundo editorial no se ha mantenido al margen de la efemérides que recordamos hoy y un buen número de novedades bibliográficas se han sumado a la biblioteca ya existente sobre Franco, un compendio que crece día a día.

Para conocer el origen del caudillismo franquista no queda otro remedio que repasar la historia de la Guerra Civil, conflicto fraticida que ha retratado con sumo acierto el historiador británico Antony Beevor en un extenso volumen publicado recientemente por Crítica con el sencillo título de «La Guerra Civil española» y en el que huye del relato lineal para adentrarnos en el vientre del conflicto a partir de capítulos temáticos, sobriamente documentados y relatados de un modo directo. Con su estilo habitual, Beevor nos narra los principales acontecimientos vividos en España entre 1936 y 1939 atendiendo a las declaraciones de los grandes hombres, pero también de la gente de la calle.

Vencedor en la contienda, Franco utilizó en la misma varias jugadas de índole político que le confirieron el título de Generalísimo y el poder militar y estatal del país. Una vez finalizada la guerra, Franco era el dueño absoluto de España. Precisamente, una de las mejores narraciones sobre dicha época la encontramos en «Franco», de Paul Preston, publicado por Grijalbo y, desde el pasado año, en una edición económica en Debolsillo. Esta monumental biografía del dictador es una referencia ineludible en el estudio de la historia de España y, también, en el acercamiento a las figuras de los dictadores que, con muy distintos puntos de origen, conformaron, por desgracia, la realidad europea durante la primera mitad del siglo pasado.

De reciente aparición es «La sombra del general», firmado por el psiquiatra Enrique González Duro en Debate, análisis que pretende desvelar qué vestigios quedan en nuestra sociedad de aquellos años gobernado por la voluntad de un solo hombre. Partiendo de la muerte de Franco, González Duro analiza a la monarquía, la sociedad y a los políticos, diseccionando clínicamente hasta qué punto hemos pasado (o no) página.

También en Debate ha aparecido «Churchill y Franco», de Richard Wigg, libro en el que se estudia de qué modo favoreció la política británica, encabezada por Churchill (feroz anticomunista como el militar español), la implantación y mantenimiento del régimen franquista en España.

Por su parte, Planeta presenta dos libros de muy distinto calado. Por un lado, «Franco, un balance histórico», de Pío Moa, en el que se pretende un revisionismo histórico para llevar a cabo un «balance sereno de su significación histórica», que viene a significar dotar al dictador del estatus de 'salvador de la patria'. Por otra parte, «Franco, la pasión por el poder», firmado por Carlos Blanco Escolá (autor también de «La incompetencia militar de Franco») se sumerge en una frase de Alfredo Kindelán, golpista también en 1936, en la que catalogaba a Franco como «un enfermo de poder», para retratar los rasgos autoritarios que, según el autor, ya mostraba aquel cabo gallego que, con el tiempo, llegó a dictador.

De interés por lo que supone de acercamiento al círculo íntimo del Generalísimo es «Mis conversaciones privadas con Franco», obra de su propio primo, Francisco Franco Salgado-Araujo 'Pacón'. Una intimidad que Santos Juliá, reciente Premio Nacional de Historia por «Historia de las dos Españas», califica como «vacía, expresión de un personaje mediocre aunque extraordinariamente dotado para el mando».

La nómina puede ser mucho más extensa y en ella encontramos también «Franco y sus generales» (Miguel Alonso Baque, Taurus); «Franco. Historia de un conspirador» (José L. Rodríguez, Oberon); «Las cartas de Franco» (Jesús Palacios, La Esfera de los Libros), o «Franco frente a Churchill» (Enrique Moradiellos, Península).

Para terminar, tal vez podríamos incorporar una nota de humor. Woody Allen dijo en su magistral «Delitos y faltas» que la comedia no es más que una ecuación: la tragedia más el tiempo. Pasados treinta años, debemos tener también el derecho a reír y es precisamente lo que hace Javier Fesser a costa del Valle de los Caídos, el inhumano monumento erigido por prisioneros de guerra en Cuelgamuros. El autor relata tres días en la hospedería religiosa con un humor directo, que puede ofender a alguno, pero también divertir a otros.