El arquitecto formenterés Marià Castelló, recibió hace unos
meses por parte de la Conselleria de Patrimoni del Consell Insular
d Eivissa i Formentera el encargo de dos tareas de muy diferente
actuación. El proyecto de restauración de la torre de defensa de la
Punta de la Gavina y, por otro lado, el proyecto de preservación de
las fites que delimitan dos de las tres primeras gracias o
concesiones reales de Formentera a finales del siglo XVII, la
primera que se hizo a Marc Ferrer y la tercera en beneficio de
Antoni Blanc, casado con Isabel, hija de Marc Ferrer. Éste, hombre
de confianza de las autoridades ibicencas, se había distinguido por
sus servicios a la hora de buscar trigo fuera de la isla, y en
1692, en uno de los viajes, fue hecho prisionero en Valencia,
teniendo que vender parte de su patrimonio para recuperar la
libertad perdida.
En el caso de la segunda concesión no se precisaron fites por
cuanto contemplaba que fuera el resto de la isla al este de la
primera gracia que se le había otorgado.
Castelló ha subrayado dos aspectos que le han sorprendido a la
hora de elaborar su proyecto de restauración. En primer lugar que
las mediciones efectuadas a finales del XVII fueron casi perfectas,
tanto en la limpieza de su trazado como en la superficie; y en
segundo lugar destaca que «las gracias reales deben entenderse como
la materialización efectiva del primer paso del repoblamiento
definitivo de Formentera que condicionará, hasta la fecha, el
crecimiento de la isla mediante sucesivas parcelaciones».
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