Albert Ribas (segundo por la derecha) con algunas autoridades culturales de La Habana y otros, en Palma.

Entre los círculos culturales y artísticos de Eivissa es conocida la relación profesional que Albert Ribas mantiene desde hace tiempo con Cuba. Pero para conocer la auténtica dimensión del caso, nada mejor que comprobarlo sobre la plaza, como ha hecho quien esto suscribe en una reciente visita a La Habana. Según confirmaron Heriberto Rodríguez, subdirector del Museo Nacional de Bellas Artes, y Roberto Cobas, conservador de Arte Cubano en la misma institución, la relación del gestor cultural ibicenco con Cuba viene de lejos y ha sido (y sigue siendo) realmente fructífera, tanto en la organización de exposiciones como ciclos de cine y de literatura cubana.

Como explicó ayer a este periódico Albert Ribas (que se encuentra pasando unos días de descanso en su isla), su relación con La Habana se remonta a bastantes años atrás, cuando el Museo Nacional de Bellas Artes estaba cerrado por reformas. «Como las obras estaban guardadas en cuarteles (muy seguras, pero en malas condiciones técnicas), aprovechamos la situación para traer a España varias colecciones. Creo que fueron más de diez, que compartíamos con otras Cajas de España con las que no había competencia para repartir gastos. Fue entonces cuando empezó mi relación con Caja Duero de Salamanca, con la que aún sigo colaborando».

Una relación que no terminó cuando Albert Ribas fue relegado de su función de director del Centre de Cultura de «Sa Nostra» de Palma. «Sigo organizando exposiciones con el Museo Nacional, sí. El año pasado traje a España una muestra de Mariano Rodríguez, uno de los artistas cubanos más destacados de la vanguardia de la segunda generación, como allí le dicen, que vivió mucho tiempo en México. Y ahora estoy preparando otra de Wifredo Lam, de quien ya traje tres exposiciones, alguna de las cuales pudo verse en la sala de Eivissa. Será una antológica de su producción entre 1938 y 1958, que abarca el periodo desde que se fue de España a París, donde conoció a los vanguardistas, empezó a cambiar de estilo y se metió de lleno en el surrealismo. Antes era bastante clásico», explicó.