El poeta y ensayista Vicente Valero (Eivissa, 1963) acaba de
publicar en la editorial valenciana Pre-Textos el libro «Viajeros
contemporáneos. Ibiza, siglo XX»; una continuación de su obra
anterior, «Experiencia y pobreza. Walter Benjamin en Ibiza.
1932-1933» (2001). «Los dos trabajos están muy vinculados, mientras
iba escribiendo aquél iba encontrando muchos escritores y pintores
-sobre todo- que estuvieron en Eivissa, pero no podía dar cabida a
muchos de ellos porque era un libro sobre Benjamin», explicó ayer
el autor a este periódico, precisando que «han sido seis años de
trabajo e investigación», aunque también de creación: «En el
sentido de que el fruto final es un texto literario para ser
leído».
En cualquier caso, el tema no está agotado. «Van apareciendo más
cosas; ahora mismo podría añadir 30 o 40 páginas nuevas», apuntó
Valero; aunque, «de momento estos dos libros son un punto muy
importante de partida para comprender cómo se creo el mito
artístico internacional de Eivissa», añadió. Un mito que (precisa
en el capítulo «Una vez en Ibiza») «lo que de verdad ha ofrecido a
quienes se han dejado seducir por él no es otra cosa que una
auténtica experiencia de libertad individual. Se vivió así, ya en
los años treinta, una atmósfera casi de ensueño, en unas
circunstancias que hacía posible una existencia sencilla, alejada
de los problemas cotidianos de la sociedad contemporánea».
Escritores, pintores, escultores, fotógrafos y arquitectos de
reconocido prestigio internacional se dejaron seducir por una isla
que dejó huella en su vida y en su obra. Una nómina que incluye
nombres como los de Santiago Rusiñol, Blasco Ibáñez, Haussmann,
Drieu La Rochelle, Albert Camus, Jacques Prévert, Rafael Alberti,
Tristan Tzara, Ignacio Aldecoa, Cioran y Janet Frame, entre otros
muchos. En cuanto a la época de la mejor cosecha, Valero no lo
duda: «Los años que más me interesan y los que más he investigado
son entre el 32 y el 36. Son años mágicos, absolutamente
extraordinarios en cuanto a pintores y escritores, sobre todo.Se
repite en los 50 y 60, pero no con la misma importancia en cantidad
y calidad», precisó.
Aparte de Benjamin, hay dos personajes que le han seducido
especialmente. «Fue muy interesante descubrir que Jacques Prévert,
un poeta que apreció mucho, estuviera en la isla y descubrir las
razones por las que vino, que son muy interesantes; y el hecho de
que escribiera aquí un libro de poemas». «Pero también Tristan
Tzara, el único de los que trato que no dejó ninguna huella
artística de su paso por Eivissa; pero sí dejó una historia de amor
muy bonita que me ha costado bastante poderla cuadrar. Imagina, el
gran dadaísta, un hombre ya mayor entonces, cuyas visitas a la isla
eran para suplicarle a una mujer con la que había vivido en París
que volviera con él. Una historia de amor frustrado», subrayó.
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