La Academia Sueca no decepcionó a los que esperaban un Nobel de Literatura femenino este 2004 y se decantó por la austríaca Elfriede Jelinek, exponente de escritora rebelde y provocadora, que no deja pasar ocasión para denunciar la violencia sexual a la mujer y la hipocresía social. Jelinek, la escritora combativa que, de acuerdo a la tradición de Elias Canetti y Thomas Bernhard, ha dirigido sus lanzas contra el país en que nació, Austria, se convirtió ayer en la décima mujer tocada con el máximo galardón literario del planeta. La Academia Sueca decantó hacia ella su veredicto, en detrimento de presuntos firmes candidatos como John Updike, Richard Roth y Mario Vargas Llosa.

El jurado de Estocolmo valoró en Jelinek el juego de «voces y contravoces» de sus novelas y el «extraordinario entusiasmo estilístico que revela el absurdo de los clichés en la sociedad». La trayectoria de la escritora, que el próximo día 20 cumple 58 años, es un fiel reflejo de esa actitud crítica y de búsqueda de una amplitud de horizonte, más allá de la sociedad burguesa de sus orígenes. Nacida en octubre de 1946, en la localidad austríaca de Mürzzuschlag, de padre judío-checo y madre de la clase acomodada vienesa, debutó en el ámbito de la lírica, en 1967, con la colección de poemas «Las sombras de Lisa».

Pronto se distanció de la burguesía austríaca para desarrollar entre el movimiento estudiantil una corriente que le era más propicia: la sátira y la denuncia social. De Austria pasó a vivir entre Berlín y Roma, primero, y Múnich, después, donde se casó y escribió su «Die Klavierspielerin» (1983) -«La pianista»-, una novela de contenido claramente autobiográfico e inspiradora de la película del mismo título de Michael Haneke. Con «Lust» -«Deseo», en 1989-, Jelinek saltó de la denuncia de la violencia sexual contra la mujer, como exponente de la brutalidad escondida en la sociedad. En «Ein Unterhaltungsroman» -«Una novela de entretenimiento», en el 2000-, Jelinek vuelve a cargar sobre el tema del abuso de poder por el hombre.

La escritora austríaca dio claramente la espalda a su país en 1995, con «Die Kinder der Toten» -«Los hijos de los muertos»-, en que dibuja Austria como un reino de los muertos. Con ello, Jelinek se unió a la línea de sus compatriotas que, como los mencionados Canetti y Bernhard, han repudiado su país, al que reprocha seguir anclado en su pasado nazi. Exponente de esas rémoras de las que Austria no se ha sabido liberar son, a su parecer, no sólo el líder ultranacionalista Joerg Haider y sus seguidores, sino también la ridiculez pequeño-burguesa de la sociedad del país centroeuropeo.

Su actitud parecía condenarla al ostracismo en Austria, hasta que Alemania se erigió en «descubridora» de su talento. Jelinek llegó a decretar «prohibición de representar» sus obras en escenarios austríacos, postura que luego revocó y de la que se resarció, en 1989, con «Ein Sportstück», recibido con aires de acontecimiento de la temporada en su estreno vienés. Junto a la poesía, la novela y el teatro, Jelinek ha entrado asimismo en el terreno cinematográfico y radiofónico, así como la traducción al alemán de autores como Thomas Pynchon, uno de los escritores masculinos incluidos en la «quiniela» de los Nobel.

Hasta ahora, en la nómina del Nobel de Literatura había nueve ganadoras: la sueca Selma Lagrloef, en 1909; la italiana Grazia Deledda, en 1926; la noruega Sigrid Undset, en 1928; la estadounidense Pearl S. Buck, en 1938; la chilena Gabriela Mistral, en 1945; la alemana Nelly Sachs, en 1966; la sudafricana Nadine Gordimer, en 1991; la estadounidense Toni Morrison, en 1993; y la polaca Wislawa Szymborska, en 1996. El premio está dotado con 1,1 millones de euros y se entrega el 10 de diciembre, aniversario de la muerte de Alfred Nobel.

El anuncio del Nobel de Literatura sigue a los anteriores de Medicina, Física y Química, dados a conocer durante esta semana. Para hoy viernes, el escenario de los Nobel se traslada a Oslo, donde se dará a conocer el de la Paz, mientras que el lunes, de nuevo en Estocolmo, el Banco de Suecia comunicará el de Economía.