El nombre de Fernand Legros sigue siendo un referente incómodo
en la isla. Pocos hablan de él, aunque muchos le conocieron y
algunos le trataron e hicieron negocios juntos. Puede decirse que
es «el malo de la película» ibicenca de Elmyr d'Hory, y con razón.
Le amargó la vida muchas veces (solo o en compañía de Réal Lessard,
su cómplice durante muchos años), aunque también se la endulzó a
menudo, pues gracias a su habilidad para colocar sus
falsificaciones el pintor húngaro pudo vivir muy por encima de sus
posibilidades.
Pero ¿quien era realmente Fernand Legros?. En un polémico libro
del reconocido escritor francés Roger Peyrefitte («Cuadros de
caza», 1976) le presenta como «ex alumno de los jesuitas en El
Cairo, bailarín profesional, agente secreto de la CIA, embajador de
varios países al mismo tiempo, casado y padres de dos hijos,
homosexual confeso y amigo inquietante de importantes
personalidades». Parecen demasiadas facultades. ¿Producto de la
simpatía que el autor siente por tal seductor profesional? Así lo
cree mucha gente; por ejemplo, Vicente Ribas: «Todo lo que cuenta
son mentiras; era muy amigo de Legros», afirmó a este periódico,
acaso con excesiva rotundidad, pues el trabajo está muy documentado
con nombres, citas de periódicos y referencias de todo tipo. El
propio Peyrefitte se cura en salud en el prólogo de la obra: «Ni
que decir tiene que todas las personas que nombro en este libro,
salvo los muertos, los abogados y los jueces de instrucción, van a
jurar que nunca conocieron a Fernand Legros».
Y nombra a mucha gente, algunos relacionados con Eivissa, como
el escritor Clifford Irving y su esposa entonces, la pintora suiza
Edith Sommer (que aún reside y expone en la isla), los músicos Nina
y Frederick, el abogado Andrés Tuells... Y es que Legros se movía
con habilidad en los ambientes más dispares, conectando entre sí a
gente que podrían estar en las antípodas los unos de los otros.
Habilidad de la que se benefició no poco Elmyr d'Hory. Por ejemplo,
le cedió al pintor por muchos años la residencia que se había
construido en Puig des Molins, La Falaise, donde Orson Welles
filmaría varias escenas de su película «Fake?», y donde se
organizaban fiestas en los 60 y 70 a las que acudían las fuerzas
vivas de la isla, haciendo la vista gorda sobre la moralidad y
ética de tan cuestionables figuras públicas.
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