Eva Lootz durante el montaje de la instalación que presenta en Formentera. Foto: GUIILLERMO ROMANÍ

«La escultura debe tener la fuerza suficiente para automanifestarse; aquí es evidente el contraste con la escultura tradicional. Hay un proceso, una transformación, materiales inestables como la arena y otros sólidos como el hierro; digamos que es un diálogo de contrarios». Con estas palabras Eva Lootz manifestaba hace dos años a este periódico uno de sus principios estéticos, aplicados en aquella ocasión a la primera exposición que presentaba en la isla la prestigiosa artista, Premio Nacional de Escultura de 1994: en el singular espacio de la galería Van der Voort de Eivissa.

Dos años más tardes la escultora austríaca residente en España vuelve a las Pitiüses y por partida doble: la exposición que presenta hasta el próximo 4 de junio en la Sala de Cultura de «Sa Nostra» de Eivissa, titulada «Sedimentacions»; y la instalación que inauguró el viernes en la sala homónima de Sant Francesc (Formentera), que estará abierta hasta el próximo 11 de junio. Un trabajo concebido especialmente para este espacio y en el que ha empleado casi media tonelada de sal refinada; eso sí, traída de la Península. «Puede resultar curioso y paradójico, cuando media isla está llena de salinas; pero es lo que hemos tenido que hacer», comentó con ironía Eva Lootz.

La instalación lleva por título el polisémico nombre de «Salario». «El término viene de que las legiones romanas recibían sus honorarios en cantidades de sal; un elemento maravilloso de muchas connotaciones». Una obra cuya gestación viene de lejos. «Hacía tiempo que tenía ganas de hacer una especie de mosaico que cubriera toda una superficie. A mí me gusta mucho trabajar sobre el suelo, y esto es como una alfombra con relieve que forma una secuencia rítmica a través de los trozos de viga cortada de unos 40 cms. de larga, en el extremo de cada cual hay un montón de sal. En conjunto son casi cien montoncitos que forman una figura ritmada», explicó la artista.

Eso en cuanto al suelo; pero la instalación tiene un complemento espacial: «Por encima de esa alfombra de madera y sal he suspendido unas ramas que están como escarchadas, porque la cristalización necesita siempre un punto de arranque, un pretexto por el que comenzar a manifestarse. Ahí está la famosa teoría del amor de Stendhal, aunque en su caso la sal a la que se refería como metáfora de la cristalización del sentimiento era la sal mineral, formada durante miles de años. Por eso pensé que era oportuna la metáfora de poner la ramita para que se cristalice en sal».

Esta es la primera vez que Eva Lootz realiza una instalación con la sal como material expresivo, aunque lo intentó en otras ocasiones. «Presenté un proyecto para realizar en Sanlúcar de Barrameda y otro para San Fernando, en Cádiz, pero luego no se concretaron, quedó todo en aguas de borrajas», afirmó.