«La escultura debe tener la fuerza suficiente para
automanifestarse; aquí es evidente el contraste con la escultura
tradicional. Hay un proceso, una transformación, materiales
inestables como la arena y otros sólidos como el hierro; digamos
que es un diálogo de contrarios». Con estas palabras Eva Lootz
manifestaba hace dos años a este periódico uno de sus principios
estéticos, aplicados en aquella ocasión a la primera exposición que
presentaba en la isla la prestigiosa artista, Premio Nacional de
Escultura de 1994: en el singular espacio de la galería Van der
Voort de Eivissa.
Dos años más tardes la escultora austríaca residente en España
vuelve a las Pitiüses y por partida doble: la exposición que
presenta hasta el próximo 4 de junio en la Sala de Cultura de «Sa
Nostra» de Eivissa, titulada «Sedimentacions»; y la instalación que
inauguró el viernes en la sala homónima de Sant Francesc
(Formentera), que estará abierta hasta el próximo 11 de junio. Un
trabajo concebido especialmente para este espacio y en el que ha
empleado casi media tonelada de sal refinada; eso sí, traída de la
Península. «Puede resultar curioso y paradójico, cuando media isla
está llena de salinas; pero es lo que hemos tenido que hacer»,
comentó con ironía Eva Lootz.
La instalación lleva por título el polisémico nombre de
«Salario». «El término viene de que las legiones romanas recibían
sus honorarios en cantidades de sal; un elemento maravilloso de
muchas connotaciones». Una obra cuya gestación viene de lejos.
«Hacía tiempo que tenía ganas de hacer una especie de mosaico que
cubriera toda una superficie. A mí me gusta mucho trabajar sobre el
suelo, y esto es como una alfombra con relieve que forma una
secuencia rítmica a través de los trozos de viga cortada de unos 40
cms. de larga, en el extremo de cada cual hay un montón de sal. En
conjunto son casi cien montoncitos que forman una figura ritmada»,
explicó la artista.
Eso en cuanto al suelo; pero la instalación tiene un complemento
espacial: «Por encima de esa alfombra de madera y sal he suspendido
unas ramas que están como escarchadas, porque la cristalización
necesita siempre un punto de arranque, un pretexto por el que
comenzar a manifestarse. Ahí está la famosa teoría del amor de
Stendhal, aunque en su caso la sal a la que se refería como
metáfora de la cristalización del sentimiento era la sal mineral,
formada durante miles de años. Por eso pensé que era oportuna la
metáfora de poner la ramita para que se cristalice en sal».
Esta es la primera vez que Eva Lootz realiza una instalación con
la sal como material expresivo, aunque lo intentó en otras
ocasiones. «Presenté un proyecto para realizar en Sanlúcar de
Barrameda y otro para San Fernando, en Cádiz, pero luego no se
concretaron, quedó todo en aguas de borrajas», afirmó.
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