Con «Zivot Je Cudo», titulada en francés «La vie est un
miracle», el cineasta serbobosnio Emir Kusturica irrumpe con fuerza
en la selección oficial a concurso de la 57 edición del Festival
Internacional de Cine de Cannes. Su cinta es un gran poema de amor
y de guerra, por momentos excesivamente cargado de sentimientos,
estallidos de bombas, música y gritos, en el que se desborda la
energía vital y la lírica a partes iguales. La otra cinta que
compitió ayer por la Palma de Oro fue «Mondovino» un documental
lleno de buenas intenciones sobre el vino y su futuro, del director
estadounidense Jonathan Nossiter.
«La historia de mi película se desarrolla durante la guerra
-dijo Kusturica tras la proyección- y desde mi punto de vista es
eso lo que le da su dimensión ideológica, ya que ese conflicto fue
extremadamente sucio». «La realidad no tuvo nada que ver con lo que
se pudo ver en la televisión, en la que el tratamiento superficial
y la manipulación trastocó todo», agregó. «En esta cinta intenté
profundizar en las reacciones humanas», concluyó. Con respecto a la
situación general del cine, Kusturica se mostró muy preocupado. «La
comparación entre el cine estadounidense de los años 1940 y 1950 y
la del de 1980 hasta ahora es desesperante», afirmó. «Uno se
pregunta si la Humanidad ha podido evolucionar en un sentido tan
idiota y débil», continuó. «Tal vez se trate -añadió- de una nueva
ideología que pone Hollywood al servicio de la concepción de una
sociedad capitalista».
Kusturica obtuvo su primera Palma de Oro en Cannes en 1985 con
«Papá está en viaje de negocios», y la segunda en 1995 con
«Underground». «Mondovino», que en principio no iba a entrar en
competición.
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