El escritor malagueño Antonio Soler, ganador del premio Nadal con su novela «El camino de los ingleses», fijo ayer que quería retratar en esta obra la inseguridad que domina a toda la generación de jóvenes que se encuentran en la frontera entre la adolescencia y la edad adulta. «El camino de los ingleses» es una novela coral en la que sus personajes viven en ese período peculiar en el que los sueños empiezan a resquebrajarse y la vida plácida y despreocupada comienza a teñirse con las oscuras nubes del incierto futuro.

En una entrevista con Efe, Antonio Soler (Málaga, 1956) comentó que «a través de los cuatro protagonistas he querido reflejar los conflictos que viven los jóvenes, que se reducen a la inseguridad que experimentan, tanto en el terreno sentimental y amoroso, en el sexual y en el laboral, sin excesivas perspectivas de futuro». Aunque los orígenes de una novela «son siempre confusos», en esta ocasión, confiesa Soler, «el punto de partida era una historia pendiente que me rondaba la cabeza desde hace un tiempo, de un chico de extracción humilde que quería convertirse en poeta como dignificación de su propia vida, porque todos intentamos dignificar y cambiar la fealdad del mundo a través de la literatura».

A partir de esa historia primigenia, el autor fue «generoso» y fue metiendo nuevas historias y personajes, ya que «me ocurre a veces que algunos personajes que van a ser secundarios, van creciendo y me voy entusiasmando con ellos». El malagueño mantiene la nueva estructura narrativa «siempre que ese crecimiento no suponga dispersión en el hilo argumental, porque me parece que enriquece el libro».

Soler justificó la elección de ese grupo de edad concreta porque «es un período de la vida especialmente frágil, en el que tendemos a agruparnos justamente por la evidencia de esa fragilidad y a refugiarnos en ese grupo de amigos, o de supuestos amigos». Sin llegar a ser una novela autobiográfica, Soler se sitúa como un narrador omnisciente, «un testigo de excepción de lo que vi», apuntó.