Una de las páginas de las «Crónicas califales» de Rafael Alcántara, en las que se funden el pasado con el presente.

El conocimiento escaso y a veces tergiversado que se tiene de Al-Andalus en general y del Califato de Córdoba en particular, ha sido el móvil principal que ha motivado a Rafael Alcántara a desarrollar su proyecto de las «Crónicas califales». «Es un tema que me ha interesado siempre; incluso mi nombre (Al Cantara) significa puente en árabe. Y no sólo a mí, en casa nos ha gustado a través de mi padre todo lo relacionado con esta cultura. Desde que llegué a la isla en 1984 ya me entraron ganas de investigar cosas de la historia de Al Andalus; acaso por la nostalgia de estar fuera de mi tierra», explicó el pintor a este periódico.

Una vez metido en faena, quedaba el factor importante de convencer a algún medio que se interesase en el asunto y aceptara el proyecto. Y Alcántara lo encontró en su ciudad natal y en el diario Córdoba. «Les interesó porque aunque parece que lo del Califato es un tema recurrente, muy manido, la gente no tiene una información directa y de fiar, sino sólo las leyendas y anécdotas, la mayoría de ellas falsas. Y no es una cuestión de ombliguismo, el Califato de Córdoba fue un periodo de relevancia universal que no ha sido bien reflejado».

Contar un periodo tan amplio y complejo como éste, y enfocarlo con carácter pedagógico hacia los niños y con tratamiento de cómic, fue otro de los problemas a resolver. «Dar una información que no llega a la calle con fidelidad histórica y para el público infantil, me pareció que sería más fácil de asimilar a través de los dibujos. Pero para hacerlo más digerible hice a los propios niños protagonistas de la historia con el truco de un libro viejo que encuentran y a través del cuál se van interesando en el tema».

En cuanto al tratamiento técnico y la presentación, Alcántara aseguró que «todo el cómic es bastante armónico y similar. Mezclo la Córdoba califal, que más bien me tengo que imaginar porque no hay muchos referencias sobre la forma de vivir de la época, con cosas, monumentos y situaciones del presente, en el cuál actúan los niños que van descubriendo las pistas para desentrañar la historia».