Imanol Arias.

Imanol Arias no puede, ni quiere, disimular la satisfacción que siente por el regalo que para un actor de su edad y circunstancia representa dar vida a un personaje como el de Antonio Alcántara. Sentirse «padre» de tantos españoles le produce una alegría tan evidente, que no la borra ni el mal tiempo que está acompañando el rodaje del capítulo ibicenco de la serie «Cuéntame cómo pasó», uno de los «pelotazos» televisivos de los últimos tiempos.

-¿Desde cuando no venía a Eivissa?
-Desde el verano pasado; este año no he venido. Estaba tan emocionado de volver a la isla que me pasó de todo. Hasta me salí de la carretera y caí por un terraplén; y eso que iba a 60 por hora.

-¿Y cómo le siente regresar bajo la piel de Antonio Alcántara?

-Cuando me contaron que se iba a hacer un capítulo en Eivissa, primero me sorprendió; pero creo que va a ser fantástico para la serie, sobre todo por confrontar a los padres con la verdadera ilusión de su hija, porque esta isla en los años 70 era de los más avanzado que había en España, algo muy especial. Incluir Eivissa en la serie ha sido una idea estupenda.

-¿Cree que Eivissa guarda aún alguna impronta de aquella época?

-Me parece que sí. En verano cuesta mas apreciarlo, porque es un tiempo que confunde, todo es rápido, hay que trabajar y hacer dinero para el invierno. Por eso se nota menos. Pero la impronta, como el lenguaje y la cultura no desaparece nunca del todo. Así, cualquiera que venga a la isla a partir de octubre encuentra a esas personas que han optado por quedarse aquí viviendo de una forma alternativa.

-¿En qué cree que se basa el éxito de la serie; la nostalgia, aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor...?

-Desde luego, la nostalgia es un elemento importante en la serie, pero además creo que 'Cuéntame...' es un formato televisivo muy peculiar en el panorama actual, tan a la baja. Se trata de una idea inimitable en cada país, y por lo tanto única. Pienso que parte del éxito se debe a que ha encontrado una forma de contar histórico-familiar que apela a la nostalgia como elemento emocional; al recuerdo de una época de la que los españolas nos acordamos bien porque la superamos. No hay que olvidar que el tiempo que retrata es el antecedente histórico del periodo más afortunado de nuestros dos últimos siglos de historia.

-¿Será este el motivo de un reconocimiento tan amplio?

-Sospecho que sí; la mirada amable se produce más que por la idea de la serie, por la idea que tenemos los españoles de esa época, pues produce un raconto histórico muy inmediato, da mucha información. Además de su lado sociológico, pues la familia Alcántara es una familia representativa que no es de izquierda, que no es facha, sino de esas familias silenciosas, las del miedo, la de casi todos los españoles.

-¿Un personaje tan especial, no le pesará mucho en su carrera de actor?

-A mí me han pasado siempre las cosas de la manera más simple. He tenido suerte con esto. Peligroso fue 'Anillos de oro', que no tenía ni un background que pudiera avalarte; o 'El Lute', o 'Brigada Central'. El personaje de Antonio Alcántara lo que hace es que consolida mucho; me permite llegar a un gran número de espectadores en una edad muy buena para un actor, que es cuando uno mejor trabaja. Y yo, que he sido bueno siempre, ahora soy muy bueno.

-Modestia aparte...
-Te lo digo en serio, este personaje me ayuda a mí bastante, al tiempo que me debe mucho; porque está lleno de referencias a mi padre, a mi archivo personal, con lo cual la emoción, el recuerdo, los olores saltan automáticamente.

-¿Qué es eso del archivo?
-Los registros expresivos de los que se vale un actor. Todo personaje lleva incorporado el suyo, con sus fobias, emociones, anhelos, rabias...

-Comprendo...
-Pues éso es lo que me debe a mí el personaje. Y lo que yo le debo a él es que con 47 años estoy haciendo un trabajo como si fuera la película más importante de mi vida; en el sentido de que me lo tomo como algo muy serio. Y además, estoy siendo el padre de muchos españoles. Hay muchos niños que viendo a mi hijo Carlos se dan cuenta de que sus padres fueron niños, de las cosas que realmente tenían, de cómo eran de verdad, y no a través de las cosas que los padres quieren contarles.