Que sobre gustos cada cual tiene su altar, quedó bien demostrado en
el concierto del jueves, tercero del programa 2003 de la Mostra de
Jazz Injuve. El cartel ofrecía dos propuestas bien diferenciadas:
Laura Robles Quinteto y Dead Capo, que actuaron por ese orden. Y
ese fue el primer motivo de especulación por parte del respetable:
¿Por qué los programadores habían alterado el orden normal de
actuación? Hasta ahora, los grupos españoles seleccionados por el
Injuve siempre habían tocado en primer lugar, dejando a los
invitados cerrar la gala.
Hasta se oyeron opiniones en las que se esgrimieron palabras
como «xenofobia» y «prejuicios» para explicar el cambio. Excesivo,
sin duda, pero que, en cualquier caso, indicaba la reacción de un
sector del auditorio que se vio gratamente sorprendido por el buen
hacer, la versatilidad y el de la banda que lidera Laura Robles. En
cambio, el otro sector opinó que el orden estaba bien puesto, ya
que Dead Capo desplegó toda su imaginación y marcha pelín verbenera
para que el personal moviera el esqueleto pese a los calores, menos
africanos esa noche.
Mejor dejar la cosa en que a cada cuál lo suyo y para gustos se
hicieron los colores. Lo que uno valoró sobre todo del grupo
peruano fue su entrega entusiasta para demostrar que sabían lo que
tenían entre manos; que no se limitó al magnífico dominio de Laura
Robles con el cajón. Momentos como el mano a mano de la «cajonera»
con el bajista en «Cacería», un tema de la propia Robles con una
estructura rítmica funky impactante; o la versión del «Blue in
Green», de Bill Evans, a partir de la cadencia del panalivio
(versión peruana de la habanera) con un Alonso Costa al piano
realmente inspirado, fueron momentos de mérito que brillaron muy
alto.
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