Alfonso Samper cotinúa siendo fiel , con escepticismo, a una isla que le enamoró a los 18 años. Foto: JAVIER GÓMEZ ARROYO

Eivissa sigue siendo refugio de personajes más o menos inclasificables, por su personalidad, estilo o principios vitales. Uno de ellos es Alfonso Samper, catalán de nacimiento e ibicenco de adopción voluntaria. Un humanista mediterráneo, en la más amplia acepción del término. Marinero, deportista, reportero, cronista, narrador... A principios de los 90, la poderosa editorial Planeta le publicó «Tendrán que ser crisantemos» en una de sus colecciones importantes; la novela tuvo buenas críticas, pero poco tirón comercial, porque no es Samper amigo de componendas ni sometimientos a la ley del mercado.

Sin embargo sí es fiel a Eivissa, una isla que conoció con 18 años, mientras «mis compañeros de estudios de Barcelona se iban a conocer el mundo. Yo elegí la isla; pensé que ya tendría tiempo de conocerlo todo; preferí aprovechar este paraíso tan al alcance de mi mano», explicó a este periódico. Ha llovido mucho desde entonces, y tras realizar casi todos los sueños de juventud en los más dispares horizontes sigue teniendo Eivissa como centro de gravedad. «Parodiando un título de película, me siento atrapado en el paraíso, que ya ha dejado de serlo. Si continúo aquí es porque me atan valores emocionales».

Una fidelidad cuyo punto de ruptura podría haberse producido ya. «La alternativa sería marcharse; pero ¿a dónde, para hacer qué? Tengo amigos que lo han hecho, pero la mayoría lo ha lamentado; porque sí, se ha perdido mucho, lo mejor, pero también nosotros envejecemos. Hay algo profundo que nos une a la isla, esa amalgama de pasado, de emociones que te atan a ella y están dentro de ti. Un valor así no lo vas a encontrar en ninguna parte», comenta con vehemencia, involucrando al interlocutor en sus reflexiones íntimas.

Un testimonio singular de esa querencia lo dejó reflejado en «Isla Blanca. Historia mágica de los últimos robinsones ibicencos» (Argos Vergara), en la que cuenta la vida de 20 personajes anónimos pero de fuerte personalidad. «Fue un trabajo de campo con tipos reales, pobres pero con dignidad; algo que ahora hecho a faltar. También tengo otro sobre la historia de Eivissa desde sus orígenes, con todas las civilizaciones que han pasado por aquí».

Pero no se considera Alfonso Samper «un escritor al uso en cuanto a profesionalidad, pues no vivo de la literatura». Para él, «ha sido un reto intelectual que he tenido ocasión de realizar». «Hubo una época en que todo se me publicaba en las mejores revistas de la época, donde sacaba los reportajes de mis viajes. Aunaba deporte con literatura, viajaba mucho y tenía todo vendido; era un complemento de las cosas que me ha gustado hacer».