El Concierto del Año Nuevo de 2003, dirigido por Nikolaus
Harnoncourt en plena ampliación de la UE, mira hacia los países del
Este europeo y hacia la ciudad tal vez más europea de Rusia, San
Petersburgo, que celebra el 300 aniversario de su fundación. Siete
obras jamás interpretadas en estos conciertos pretenden aportar
algo nuevo, aunque Harnoncourt destaca que, para él, sólo hay
«primeras veces», y espera de la Orquesta Filarmónica de Viena que
incluso en el Vals del Danubio Azul, interpretado con tanta
frecuencia, muestre el entusiasmo de un estreno.
Los «Bailes Húngaros» números 5 y 6 de Johannes Brahms, por
primera vez en el programa, se basan en el folclore auténtico
húngaro y no son meras invenciones inspiradas en el ambiente
popular de ese país, como sucede en el caso de los «Bailes Eslavos»
de Antonin Dvorak, explicó el experto vienés Franz Mailer, en cuyas
propuestas para el programa se orientan los filarmónicos. El Ballet
Kirov, bajo el coreógrafo más conocido de Rusia, Boris Eifman,
interpretará con los bailarines del Teatro Mariinski de San
Petersburgo el «Vals de las Canciones de la Coronación» de Johann
Strauss para rendir homenaje a la ciudad rusa fundada en 1703 por
el Zar Pedro el Grande.
El programa incluye también un gesto de reverencia hacia el país
que preside a la Unión Europea en la primera mitad de 2003, Grecia,
a la que se dedica la «Polka de los Helenos» de Johann Strauss,
bailada por cinco solistas en un parque del núcleo histórico de
Viena, bajo la coreografía de Renato Zanella.
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