El clarinete es otra de las especialidades de la enseñanza superior. Foto: JAUME MOREY.

Las clases se iniciaron el pasado 7 de octubre y, un mes antes, se empezaba a gestionar y a planificar cómo funcionaría el centro, que nacía con la idea de convertirse en uno de los mejores a nivel estatal y, para lograrlo, sabía que tenía que contar con un profesorado de calidad. Para conseguir esta calidad se propuso contar con la participación de profesores externos que ofrecieran sus conocimientos al alumnado en seminarios o cursos intensivos. Tres meses después, el Conservatorio Superior de Música y Danza de Balears se encuentra inmerso en un proceso de adaptación centrado en los problemas a nivel organizativo y las buenas referencias sobre el profesorado.

«A nivel académico, no hemos tenido ningún problema ya que las clases empezaron puntuales y con toda la plantilla», explicó Miquel Estelrich, director del Conservatorio. El principal problema que observó Estelrich fue el de la «organización». «Montar un centro superior en sólo dos meses es difícil». Miquel Àngel Aguiló es uno de los cinco profesores titulares. Imparte clases en la especialidad de guitarra y, para él, que participen «los profesores invitados es bueno para la imagen del centro y para los alumnos».

Una cosa está clara: los alumnos están satisfechos con sus maestros. «Hacer un cursillo con un profesor te ofrece una visión parcial y reducida y, en cambio, tenerlo durante un tiempo y poder consultarle las dudas nos enriquece», comentó Toni Rosselló, estudiante de guitarra. Antònia Rosselló, alumna de clarinete, puntualiza más. «Los profesores visitantes te ofrecen otras maneras de tocar y otras perspectivas que no sólo las isleñas». Manuel Carra es catedrático de piano del Conservatorio Superior de Madrid, de donde viene cada quince días para ofrecer a los alumnos de Balears sus «impresiones, correcciones y orientaciones». Este maestro ocasional cree que «los cursillos no permiten un seguimiento constante». Las clases permanentes, en cambio, son «más eficaces para el alumno».

Aina Maria Bosch, estudiante de piano, cree que «el plan de estudios es bueno porque se hacen cosas diferentes como la improvisación». Sin embargo, para los alumnos, no todo es perfecto. La falta de información sobre el nuevo plan de estudios o los horarios son algunas de las cuestiones que les preocupan. «Hay poca organización a nivel de horarios, ya que las clases se acumulan en días concretos como los jueves, viernes y sábados», afirmó Bosch. Según ella, «hay días con mucho trabajo y otros con poco» y, además, «se imparten clases algunas tardes cuando, en teoría, sólo tendría que haber por las mañanas».

«La desinformación que tenemos los estudiantes sobre el plan de estudios es terrible», dijo Marta Torrens, estudiante de composición. «El sistema es correcto pero falta más información». Para Torrens, el problema radicó en la rapidez con que tuvo que organizarse todo. «Montar un curso en un mes es casi imposible», afirmó.Cristina Correa, alumna de violín que cambió la Escuela Superior Reina Sofía por el Conservatorio, puntualizó que «hay que darle tiempo para que la situación del centro se estabilice».