La canción francesa está de luto con la muerte de una de sus
grandes voces, Gilbert Bécaud, que se apagó hoy a los 74 años, tras
una larga lucha contra el cáncer de pulmón. Las melodías de sus
canciones clásicas, como «Et maintenant», «Nathalie», «L'important
c'est la rose» o «Quand il est mort le poete», llenaban ayer las
ondas en medio de los tributos póstumos a quien creó o interpretó
unas 400 canciones durante medio siglo.
Bécaud, que murió en su gabarra amarrada junto al puente
parisino de Saint-Cloud, se ganó el nombre de «señor 100.000
voltios» o «señor dinamita» por su tremenda energía en el escenario
y al piano que aporreaba hasta romperlo. También fue porque su
primer espectáculo como estrella de cartelera en la repleta sala
parisina del «Olympia» en 1954 quedó en los anales como la primera
vez que los espectadores rompían asientos, llevados por el
entusiasmo, en un concierto en Francia. Con la muerte de quien
«marcó el ritmo de nuestras vidas con sus maravillosas canciones y
suavizó la vida de personas en todo el mundo», es «una parte de
nosotros mismos la que desaparece», lamentó la ministra de Cultura,
Catherine Tasca.
«El silencio y la tristeza se instalan cuando muere el poeta»,
afirmó el presidente de Francia, Jacques Chirac, evocando el título
de uno de los grandes éxitos de Bécaud, «uno de los embajadores de
más talento de la canción francesa», autor, compositor e intérprete
«excepcional», con una tremenda «calidez e inmensa generosidad».
Compositor «sensible e inventivo» que también supo «electrificar»
los escenarios, tenía «todos los talentos», señaló el primer
ministro, Lionel Jospin, al rendir homenaje a «una de las figuras
que más ha marcado la canción francesa y más cariño» ha
suscitado.
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