El Salón de Plenos del Consell Insular se transformó en un improvisado e insólito escenario teatral. Foto: M.T.

Con una inesperada y breve pieza teatral se clausuró ayer en el Consell Insular el homenaje oficial que la institución rindió al Institut d'Estudis Eivissenc (IEE) y al pintor Rafel Tur Costa por haber recibido por parte del Govern balear la Medalla d'Or de la Comunitat Autònoma y el Premi Ramon Llull de las artes, respectivamente. El acto tuvo lugar en el salón de plenos, que registró un lleno notable entre autoridades, socios del IEE y amigos y familiares del artista ibicenco laureado.

Con la lectura por parte de la consellera de Cultura, Fanny Tur, de una salutación de Damià Pons y Josep Mª Costa (conseller de Cultura y de Interior del Govern, respectivamente), que no pudieron estar presentes , comenzó un acto en el que el pintor belga Gilbert Herreyns, «ibicenco de corazón» trazó una semblanza emocionada de Tur Costa, de quien señaló que «es de esos artistas que poseen el sueño», un artista «que piensa la obra de una materia abstracta y le da vida». Por su parte, el nuevo Premi Ramon Llull apuntó que le alegraba «que un premio así me haya llegado en un momento político tan interesante para Balears», y animó a los artistas de las Islas en continuar con ilusión su labor creativa.

Por su parte, el presidente del IEE, Marià Serra, destacó que si la veterana entidad cultural «no existiera habría que inventarla». Lamentando «el expolio que estas islas han sufrido en sus señas de identidad», afirmó que «la labor del IEE ha sido un esfuerzo firme, tranquilo pero sin pausa, para que Eivissa y Formentera no acabasen como un resto antropológico y folklórico, lo que a algunos les habría gustado».

La sorpresa final la puso el grupo de teatro del IEE (o l'Increat Teatre, una formación paralela) con la representación de una breve pieza teatral original de Vicent Tur e interpretada por Juanjo Torres, Xico Costa e Inma Puerto. El montaje, que fue seguido con atención y muestras de simpatía por el numeroso público que llenaba el salón de actos del Consell, narraba en clave de parodia crítica algunos aspectos de la historia de la isla con incidencia en los estragos del fenómeno del turismo. La iniciativa, realmente insólita en tal escenario, y que fue un guiño cómplice por parte de la presidenta del Consell a su estimada vocación teatral, fue muy aplaudida.