El escritor leonés Antonio Colinas ha roto su silencio literario de
tres años con «Tiempo y abismo», un libro de poemas recientemente
acabado, en el que intenta dar respuesta a las preguntas esenciales
del ser humano y que supone además una «vuelta a las raíces» de las
primeras vivencias. Colinas recuerda que, al día siguiente del
funeral de su padre, surgió «ese primer verso que tira de los otros
y da lugar al primer poema; tras tres años volvió la poesía».
La pérdida de su padre marca este nuevo libro que tiene presente
el tema de la muerte, al igual que el «espíritu del noroeste», como
lo califica el poeta tras situar hace pocos años su residencia en
Salamanca, cerca de su León natal, tras pasar un largo periodo en
Eivissa. «Es también una vuelta a las raíces, a esos espacios donde
tuve las primeras vivencias y contemplaciones», precisa Colinas,
quien en «Tiempo y abismo» consolida una poética que comenzó en
«Los silencios de fuego» (1992) y amplió más tarde en «El Libro de
la Mansedumbre» (1997).
Su nueva obra, «apegada al humanismo y la experiencia vital»,
está marcada por un tono «fuerte y duro», aunque la última parte de
las tres en las que se divide busca «la plenitud y la esperanza».
Colinas, que se confiesa escritor de vocación y profesión, reconoce
que el silencio mantenido durante estos años ha sido «muy
angustioso».
«A veces uno tiene la sensación de que no escribirá más, aunque
después llega ese primer verso que nos salva. No escribo poesía
cuando quiero, sino cuando puedo; el poema es una mezcla de
esfuerzo y revelación», explica Colinas, Premio Nacional de Poesía
en 1982, por «Poesía 1967-1980»; Premio de la Crítica en 1975 por
«Sepulcro en Tarquinia» y Premio de las Letras de Castilla y León
en 1999.
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