Edgardo Espeso-Lusi ha fijado su residencia en Cala Vedella. Foto: PEP TUR.

«Tuve un problema de salud importante, y a raíz de esto decidí parar la mayoría de las actividades que tenía entre manos, porque estuve a punto de pararlas todas». Con estas lúcidas palabras, Edgardo Espeso-Lusi explicó a este periódico la razón principal que le ha traído a fijar su residencia en Eivissa, aunque vuelva frecuentemente a París, donde desde finales de los años setenta tiene fijado su centro de operaciones.

Un toque de atención del cuerpo que hizo que este reconocido artista interdisciplinar, siempre alrededor del mundo del teatro, dosificara su estresante ritmo de trabajo. «Primero fui a Buenos Aires, donde hacía muchos años que no trabajaba; así que me llamaron y estuve unos meses haciendo una cosa muy bella para televisión; pero volví a París y decidí instalarme aquí en la isla para tomarme más en serio la recuperación», apuntó. Una decisión en la que le ayudaron sus hijos. «Conocíamos Eivissa hace tiempo, donde venía con mis niños a veranear, así que tenía gran simpatía por la isla, era nuestro lugarcito privado especial. Cuando lo de la crisis lo comenté con ellos y estuvimos dudando entre la isla y Venecia, otro de mis lugares favoritos», apuntó.

Con un tono pausado y reflexivo, Espeso-Lusi siguió explicando su nueva vida. «Decidí dejar todo el aspecto de producción, dirección artística y demás, con muchos intereses económicos, e incluso políticos, y centrarme más en lo esencial, que es lo que más me interesa: la escritura, que es algo que uno hace en casa, y del mundillo artístico, sólo el trabajo con el actor; enseñar, corregir, trabajar con profesionales o dirigir una pieza», enumeró. Y dentro de ese campo, un favorito siempre, el actor. «Le tengo un gran cariño, ya sea joven, viejo, alto, bajo, bueno malo... Cualquier actor tiene siempre algo de enternecedor».