No ha pisado la playa este verano, pero el esfuerzo le ha merecido
la pena a Santi Bonet Bufí, porque ser el primer ibicenco que
obtiene el título de profesor profesional de violín con sólo 17
años, es algo meritorio. Lógico, pues, que se le note un poco el
orgullo, aunque, desde luego, mucho menos que el que siente su
madre, Lina Bufí, directora de la sección ibicenca del
Conservatori, quien explicó a este periódico que los exámenes
habían sido en el Conservatori de Palma y que su hijo se había
ganado este título profesional a pulso.
Ahora se marcha a Barcelona para seguir con los dos años del
grado superior. «No tengo decidido aún con quien estudiaré; lo que
pretendo es encontrar a alguien que se adapte a mis necesidades»,
apuntó con una seguridad y prudencia poco corriente a esa edad.
Precodidad que le hace pensar en el futuro con un exagerado sentido
de la responsabilidad, ya que va a estudiar al mismo tiempo
Ciencias Económicas. «Hay mucha competencia en la música; así, si
no puedo entrar en una orquesta o dar clases el día de mañana,
tendré otra cosa aparte para poder seguir adelante», explicó.
«Hombre, me veo más de músico que de economista, la verdad. Mi
sueño es conseguir el título superior y seguir con la música, de la
que nunca se acaba de aprender, del más bueno tanto como del más
malo», añadió.
Santi Bonet y la violinista ibicenca Rocío Herranz fueron los
miembros más jóvenes de la Jove Orquestra Simfònica de Balears,
cuya desaparición se produjo de la noche a la mañana y sin dar
explicaciones. «Se deshizo así, por las buenas, sin avisar. Yo me
enteré por amigos de Palma. Fue una pena, porque aprendimos mucho
en esos dos años que estuvimos allí, sobre todo a leer a plena
vista y con rapidez», señaló. Diplomático en sus respuestas, no
quiere Bonet señalar a ningún responsable del fiasco, aunque
reconoce que «estaba mal organizada».
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