La Sala de Cultura de «Sa Nostra» se quedó ayer pequeña para acoger
a todos los admiradores de Stefan Micus que quisieron asistir al
primer concierto que el prestigioso músico alemán da en Eivissa,
donde ha residido largas temporadas, ya que es hijo del pintor
Eduard Micus. La velada, dentro del ciclo de «Música sense
fronteres», tuvo dos partes de 40 minutos cada una en las que el
multiinstrumentista hizo un viaje intimista por exóticos
instrumentos musicales de los cinco continentes al servicio de una
música eminentemente espiritual.
Así, el nay egipcio, el shakuhachi japonés, el singind o el
kalimba africanos, el dudud armenio, el sho también japonés, o el
charando peruano adquirieron en manos de Stefan Micus una dimensión
casi mística. A todos ellos se unió un instrumento más íntimo y
particular, la propia voz del artista modulada en melodías
relajantes y dando vida a dos poemas en inglés que incluirá en su
próximo disco, «Desert poems», que aparecerá a la venta en otoño en
su discográfica habitual, la alemana ECM, en la que ha editado gran
parte de su ya extensa discografía, cuyos últimos títulos son
«Athos» y «The garden of mirrors».
Un concierto diferente, con una música con la que se aprende a
oír, pero sobre todo a entender la tradición como una vía de
conocimiento sensible que entra por los oídos. Un oasis de paz
dentro del movido verano ibicenco, en el que no suele ser nada
habitual encontrar mundos sonoros de esta categoría.
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