«He intentado trasmitirles el placer de leer y el de escribir a partir de experiencias personales y por caminos no siempre convencionales». Así resumió la escritora alicantina Isabel-Clara Simó la conferencia que ofreció ayer en Can Ventosa ante 300 alumnos de Bachillerato de toda la isla. La autora de «La Salvatge», quien hará hoy lo propio en el instituto de Formentera, cerró el ciclo de conferencias sobre lengua y literatura catalanas, organizado por el profesorado de estas materias.

Crítica con algunos aspectos de la Enseñanza literaria, Simó explicó a este periódico que cree que «el lector y/o escritor ha de encontrar la propia lectura y la propia escritura, que ha de ser personal e intransferible; y la ha de entender como una fuente de placer, no como una obligación». En ese sentido, no es partidaria de las lecturas obligadas para aficionar a los jóvenes a la lectura. «No es un buen camino, aunque no veo otro; porque en una clase de 40 personas, en la que el noventa por ciento no tiene ningún interés en la lectura, ya me dirán qué se hace. Pero no es un buen sistema», insistió.

Difícil cuestión, en la que tampoco ayudan mucho las familias. «Es bastante dramático ver que en una casa se le diga a los niños que si no terminan el libro se quedan si ver la televisión. Como si lo primero fuera un castigo y lo segundo un premio; cuando lo lógico debería ser al revés». En cualquier caso, ante la lectura obligatoria para los estudiantes, la popular escritora dejó una duda para la reflexión de los responsables. «Este sistema puede producir lectores, sí, porque es posible que algunos acaben cogiéndole el gusto; pero también es cierto que por su culpa mucha gente acabe rebotada contra la literatura».

Similar postura crítica mostró acerca de dos tópicos muy extendidos, el de la literatura juvenil y la de mujeres. «¿Qué es eso de la literatura juvenil? El joven puede leer de todo. No soy partidaria de que le demos textos excesivamente sencillos; es más recomendable leer unas cuantas páginas de un libro difícil, que hacerles libros a medida, que suelen ser muy banales». «Y lo de la literatura femenina no tiene ni pies ni cabeza. El sexo no tiene mucho que ver con la literatura; lo ideal sería que a la hora de escribir hubiera mujeres masculinas y hombres femeninos, para que ambos pudieran meterse bien en la piel de todo tipo de personajes».