La consecución de la declaración de Patrimonio de la Humanidad
tendrá también consecuencia práctica sobre estos bienes. La primera
y más evidente de éstas será su conservación, en la que se deben
implicar los gobiernos locales y autonómicos, como explica el
subdirector general de Protección del Patrimonio Histórico de la
Dirección General de Bellas Artes, Luis Lafuente. Así, en el caso
de Eivissa, «las instituciones deberán vigilar para que la
afluencia masiva de turistas no ponga en peligro ninguno de los
bienes señalados por la Unesco», advierte Lafuente.
Esta organización vigilará muy de cerca la protección que den
las instituciones a estos bienes. De hecho, si el Ayuntamiento y
resto de instituciones desea mantener este prestigioso título
deberá presentar informes periódicamente ante la Unesco sobre su
estado de conservación.
El reglamento de esta organización deja muy claro cuál es su
postura sobre la conservación de todos los lugares declarados
Patrimonio de la Humanidad. «Es una garantía muy grande para poner
todos estos bienes fuera de peligro, ya que las organizaciones
internacionales se movilizarían en caso de que cualquier conflicto
bélico, catástrofe natural o bien la misma intervención de los
gobiernos los pusiera en peligro», explica el director general de
Asuntos Culturales y Científicos del Ministerio de Asuntos
Exteriores, Antonio Núñez.
En caso de que algo de lo señalado por este alto cargo
sucediera, el bien amenazado pasaría a engrosar la lista de
Patrimonio Mundial en Peligro. Todas las zonas que cuentan con en
esta denominación reciben una especial atención de la Unesco.
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