La candidatura ibicenca para el Patrimonio de la Humanidad contó
con un apoyo de peso: el del ministro de Asuntos Exteriores, Abel
Matutes, quien a lo largo de las últimas semanas realizó diversas
llamadas telefónicas recabando los soportes necesarios para la
declaración. «El expediente pitiuso se vio amenazado en algunos
casos por acciones y denuncias que salieron de la propia isla y que
gracias a la labor impagable de todos los funcionarios del
Ministerio, "y en particular el director general de Asuntos
Culturales" hemos podido sortear». De estas «acciones y denuncias»
Matutes sólo cita una: la ampliación del puerto de Eivissa. El
resto, el titular de la cartera de Asuntos Exteriores prefiere
guardárselo para «la pequeña historia de las cosas».
Matutes tuvo que echar mano a su nutrida agenda de relaciones
internacionales para contrarrestar el efecto del proyecto del dique
de Botafoc. Entre otros, los ministros de Asuntos Exteriores de
Marruecos "quien presidía el comité de la Unesco", Méjico, Hungría
y Grecia "todos ellos presentes en las deliberaciones a través de
sus representantes" recibieron una llamada de su homólogo español,
según explicó el pasado miércoles el propio Matutes. Las
conversaciones se intensificaron «en los últimos días», cuando se
tuvo que afrontar el peligro de que los nuevos datos sobre el
puerto retrasaran para posteriores años la candidatura pitiusa.
A pesar de todo, el ministro no resta importancia al trabajo que
se ha realizado desde las instituciones pitiusas: «Desde el primer
día tomaron con gran ilusión esa idea que yo les sugerí», explica.
Matutes destaca el «buen sentido» del alcalde de Eivissa, Xico
Tarrés, al nombrar comisionado a Enrique Fajarnés. Todo ello es «un
cúmulo de aciertos» y una muestra de trabajo bien hecho.
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