OSCAR RIBAS La candidatura ibicenca para el Patrimonio de la Humanidad contó con un apoyo de peso: el del ministro de Asuntos Exteriores, Abel Matutes, quien a lo largo de las últimas semanas realizó diversas llamadas telefónicas recabando los soportes necesarios para la declaración. «El expediente pitiuso se vio amenazado en algunos casos por acciones y denuncias que salieron de la propia isla y que gracias a la labor impagable de todos los funcionarios del Ministerio, "y en particular el director general de Asuntos Culturales" hemos podido sortear». De estas «acciones y denuncias» Matutes sólo cita una: la ampliación del puerto de Eivissa. El resto, el titular de la cartera de Asuntos Exteriores prefiere guardárselo para «la pequeña historia de las cosas».

Matutes tuvo que echar mano a su nutrida agenda de relaciones internacionales para contrarrestar el efecto del proyecto del dique de Botafoc. Entre otros, los ministros de Asuntos Exteriores de Marruecos "quien presidía el comité de la Unesco", Méjico, Hungría y Grecia "todos ellos presentes en las deliberaciones a través de sus representantes" recibieron una llamada de su homólogo español, según explicó el pasado miércoles el propio Matutes. Las conversaciones se intensificaron «en los últimos días», cuando se tuvo que afrontar el peligro de que los nuevos datos sobre el puerto retrasaran para posteriores años la candidatura pitiusa.

A pesar de todo, el ministro no resta importancia al trabajo que se ha realizado desde las instituciones pitiusas: «Desde el primer día tomaron con gran ilusión esa idea que yo les sugerí», explica. Matutes destaca el «buen sentido» del alcalde de Eivissa, Xico Tarrés, al nombrar comisionado a Enrique Fajarnés. Todo ello es «un cúmulo de aciertos» y una muestra de trabajo bien hecho.