Carles Marín ha recogido en su libro «Gabriel Fuster Mayans
(Gafim). Un periodista a la Mallorca franquista» una serie de
«pinceladas biográficas» sobre la intensa vida de este articulista,
redactor del rotativo «Baleares» durante los oscuros años de la
dictadura.
Aunque nacido en Mallorca, la familia materna de Gafim provenía
de Eivissa. Su madre, Margalida Mayans Escandell, nació en la
ciudad de Eivissa en 1886 y era ama de casa. Pero su abuelo
materno, Joan Mayans Marí, fue profesor de geografía, psicología,
ética, retórica y poética, latín, lengua castellana, francés y, más
adelante, fue director del Colegio Municipal de Segunda Enseñanza
de la ciudad Eivissa las tres últimas décadas del siglo XIX y la
primera del presente.
La importancia de esta persona en Eivissa puede comprobarse por
las menciones que de él hace Isidor Macabich, quien fue alumno
suyo, en el segundo tomo de su «Historia de Ibiza» (y le dedicó el
poema «Arpegis» en 1932) y por el hecho de que, tras educar a tres
generaciones de ibicencos, le fue dedicada una calle de la Marina.
El pintor Narcís Puget le hizo un retrato que actualmente se
encuentra en la sala de visitas del instituto de Santa Maria.
Gafim mantuvo una amistad con Isidor Macabich años después de
haber fallecido su abuelo. Tal y como indica el libro de Carles
Marín, Macabich pudo, gracias a esta relación, entablar contacto
con el escritor Miquel Villalonga.
Pero la relación de Gafim con la isla no se limitó a tener
familia en Eivissa. El periodista conocía la realidad que giraba en
torno de las Pitiüses, islas que visitaba de vez en cuando. De este
modo, no es extraño que en su relación de artículos publicados en
el «Baleares», y recopilados en la obra de Marín, haya varios
dedicados a personajes y lugares ibicencos.
Así, en el año 1968 dedicó una de sus columnas al escritor Marià
Villangómez, amigo de la infancia del periodista: «Así es la vida,
unos escriben con plumas de ave y otros picamos piedra con lo
primero que encontramos», escribió en referencia al poeta, cuya
obra calificó de «una extraordinaria calidad».
Igualmente, en 1973 redactó un sentido artículo al enterarse del
fallecimiento de Isidor Macabich: «Me veo en el caso de dar cuenta
de la muerte de don Isidoro Macabich, amigo de toda la vida,
admirado y querido desde mi más tierna infancia, y hombre que va
unido a los más lejanos y dulces recuerdos de mi
adolescencia...».
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