Alrededor de las 1:15 horas de hoy jueves falleció en su domicilio
del Puerto de Santa María (Cádiz) el poeta Rafael Alberti. La
muerte del artista, que tenía 96 años, supone, además de la
desaparición del último testigo de la Generación del 27, la de una
de las figuras que con su vuelta a España del exilio simbolizó la
reconciliación política en la transición española. Su espíritu
estuvo siempre indisolublemente unido en arte y vida a la mar de
las costas gaditanas donde nació, y a un compromiso político que le
condujo a un exilio de casi sesenta años. Poeta, pintor,
dramaturgo, político, fue historiador de su época, biógrafo de
Lorca, Dalí, Buñuel, Aleixandre... y de sí mismo en sus cinco
autorretratos, que son las «Arboledas perdidas», cinco volúmenes
que escribió a lo largo de los últimos veinte años.
Rafael Alberti Merello nació en El Puerto de Santa María (Cádiz)
el 16 de diciembre de 1902, quinto de los seis hijos de Agustín y
María, y nieto de bodegueros proveedores de cortes europeas. En
1917 se trasladó con su familia a Madrid, y se dedicó a copiar
pinturas en el Museo del Prado, vocación que prefirió al
bachillerato que jamás terminó. La nostalgia de la bahía de Cádiz,
y los remordimientos tras la muerte de su padre, le llevaron a
refugiarse en la poesía y dejar la pintura en un segundo plano. A
partir de entonces iría introduciéndose en la Residencia de
Estudiantes donde se relacionó con los padres de la Generación del
27 como Dámaso Alonso, Lorca, Gerardo Diego o Aleixandre,
reconocido movimiento intelectual que se inició en el homenaje dqdo
en Sevilla en 1927 a Luis de Góngora en el aniversario de su
muerte.
Alberti reunió entre 1920 y 1924 sus primeros poemas bajo el
título «Mar y Tierra», que presentó al Premio Nacional de
Literatura de 1924-1925, y ganó junto al poeta santanderino Gerardo
Diego; el libro se titularía definitivamente «Marinero en Tierra».
Por esos años trabó amistad con poetas como Juan Ramón Jiménez,
Pedro Salinas, Jorge Guillén, Emilio Prados y Manuel Altolaguirre,
y con el compositor gaditano Manuel de Falla. Intervino como
activista en las protestas estudiantiles contra el general Primo de
Rivera, y en 1929 publicó una de sus obras maestras, «Sobre los
ángeles», de fuertes tintes surrealistas. Se casó en 1930 con la
escritora María Teresa León con la que vivió su exilio en Buenos
Aires y Roma, y que falleció en 1988, y con la que tuvo una hija,
Aitana. En 1931 estrenó su primera obra de teatro, «El hombre
deshabitado». Ese mismo año comenzó a relacionarse en Francia con
Picasso y con escritores sudamericanos como César Vallejo, Miguel
Angel Asturias y Alejo Carpentier.
Becado por la Junta para la Ampliación de Estudios de la Segunda
República Española viajó en 1932 a la Unión Soviética y trató a los
escritores soviéticos de la época. El año siguiente conoce a Pablo
Neruda y, según dice en sus memorias, empieza a ser «poeta en la
calle». Escribió multitud de poemas satíricos y de agitación que
recito en los actos políticos, en las bibliotecas obreras y en las
plazas públicas. En 1933 asistió en Moscú como invitado al primer
Congreso de Escritores Soviéticos; a partir de 1934 inicia una gira
por varios países americanos, y en 1936, año de la muerte de Lorca,
intervino en España en la campaña por el Frente Popular. Durante la
Guerra Civil se entrevistó con Stalin en Moscú y se enroló en la
aviación republicana. En el transcurso del asedio de Madrid
participó en la evacuación de las obras del Museo del Prado para
evitar su destrucción por los bombardeos del bando nacional. El 27
de abril de 1977 regresó a España y, en junio, fue elegido diputado
a Cortes del PCE por la provincia de Cádiz, aunque abandonó el
escaño en octubre de ese mismo año. Desde su vuelta a España
residió en su ciudad natal, El Puerto de Santa María. Entre los
premios se le concedieron destacan el Nacional de Teatro y el
Cervantes.
Entre su obra literaria figura, además de las citadas,
«Canciones de Altarir», «La amante», «El alba de alhelí»,
«Consignas», «Capital de la Gloria», «Entre el clavel y la espada»,
«Pleamar», «A la pintura», «Baladas» y «Canciones del Paraná». En
1989, la Diputación de Cádiz creó en su ciudad natal la fundación
que lleva su nombre, a la que se trasladó gran parte de su archivo
y biblioteca personales. Contrajo matrimonio en segundas nupcias
con María Asunción Mateo quien le ha acompañado y representado
durante los últimos años.
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