Ernesto Tejeiro, quien se considera más rapsoda que poeta, llegó a Eivissa en 1972 y estuvo residiendo en la isla hasta 1988. Foto: GERMAN G. LAMA

Como le ha sucedido a muchos de los andaluces que vinieron a Eivissa a trabajar, la isla también atrapó en sus redes a Ernesto Tejeiro, quien llegó a ella en 1972 y se quedó de residente hasta 1988. La actividad que desempeñó no tuvo nada que ver con la poesía, una pasión casi secreta en él durante muchos años y que una vez jubilado ha decidido hacerla pública, a través de un personaje poético al que ha llamado «Amalendu» («Aquel que busca la Belleza», en sánscrito), con el que ha escrito y grabado un compacto dedicado a las ocho provincias andaluzas, que será presentado en el Paraninfo de la Universidad de Sevilla el próximo septiembre y más tarde en Madrid. Tiene la intención de hacer lo propio en Eivissa, pero todavía no sabe la fecha.

La afición por la lírica le llegó a Ernesto Tejeiro de la mano de su padre: «Escribo y recito desde los cinco años; me aficionó mi padre que me leía los clásicos importantes en voz alta. Por eso yo me considero más rapsoda que poeta, me gusta hacer llegar la poesía de viva voz», explicó. Inédito en libro, está contento con el compacto: «Tengo un contrato en exclusiva con El Corte Inglés para venderlo, aquí se puede encontrar en Delta Discos».

Su etapa ibicenca al frente de la recepción del hotel Ebeso la considera una etapa feliz que le dejó huellas imborrables: «Esta isla la considero mi pequeña segunda patria, aunque sea apátrida, porque me siento más ciudadano del mundo; pero aquí he echado muchas raíces y ahora que estoy jubilado vuelvo dos o tres veces al año».