Alrededor de las 20:00 de la tarde, una patrulla de la Unidad Motorizada de Palma recibió el aviso de que un hombre se había colocado en la parte exterior de las barandillas para, visiblemente, lanzarse al vacío. Una vez allí, el agente, Juanjo Pinos, en un alarde de valentía se acercó a la víctima para hablar con él. «Fui con ímpetu y sin invadir su espacio. A unos 4 metros de distancia gestioné como pude esta situación», explica el joven especializado en Criminología.
Durante una charla que duró más o menos quince minutos, el policía intentó calmar al hombre de la manera «más sensata posible». «Intenté hacerle ver que me preocupaba por su situación, entender lo que le sucedía y poco a poco tranquilizarse ya que estaba muy alterado», relata.
Además de lo difícil de gestionar estas situaciones, el tiempo y el lugar donde ocurrió el suceso hacían que la intervención fuese aún más complicada. «Los compañeros tuvieron que cortar la autopista en los dos sentidos, tanto a Palma como a Andratx porque si en el caso de que el chico se hubiese precipitado, que no hubiese caído encima de otro coche», comenta el funcionario policial.