«Nos piden que estemos al tanto por si hay algún caso porque se ve que es tiene comportamiento muy agresivo», explica el doctor Toni Rossell, de la Unidad de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica de Son Espases. Este experto revela que los afectados tienen «un cuadro inespecífico que suele empezar con vómitos, alguno ha tenido fiebre... Y después se ve con la analítica». Al ser de origen desconocido y no tener una causa clara las medidas de prevención recomendadas son las similares a las conocidas para cualquier otro virus respiratorio.
«Hepatitis fulminante siempre ha habido pero parece que ahora hay más casos. Puede ser un adenovirus, que suele ser respiratorio, pero no se sabe mucho más. Se ha intentado relacionar con COVID pero no todos los afectados lo han tenido previamente», aclara el doctor Rossell. Se le llama hepatitis fulminante «porque el periodo hepático es muy dañino». De hecho, un 10 % de los afectados han necesitado un trasplante de hígado. Uno de ellos es español. Las buenas noticias son que «una vez recuperado, el hígado queda bien. No parece que queden secuelas, que es lo habitual en otros casos», añade el experto.
Este tipo de hepatitis afecta a niños de entre un mes y 15 años aunque la mayoría se está detectando entre los 5 y los 6. La vacuna contra la hepatitis, explica el jefe de Pediatría de Son Espases, Joan Figuerola, se pone nada más nacer pero no sería efectiva ante esta variante porque sólo protege del tipo B. La solución hospitalaria pasa por hacer analíticas más frecuentes. Las alarmas deben encenderse en caso de «decaimiento, fiebre, malestar, orina oscura, heces blancas e ictericia, que es cuando la piel se pone amarilla», explica el doctor Figuerola. «Hace 40 años las hepatitis eran más frecuentes pero ahora no las vemos, y casi nos hemos olvidado de las infecciosas», observa.
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