La sede central de Meliá Hotels International en el polígono de Son Castelló de Palma, cuyos establecimientos la sitúan entre las cadenas hoteleras más importantes del mundo, ofrece un aspecto desolador. El único resquicio de actividad aparente está en la tercera planta, en el despacho de su consejero delegado, Gabriel Escarrer Jaume (Palma, 1971). De manera telemática sigue la evolución de la pandemia y sus graves consecuencias económicas en un sector que, por primera vez, será el más castigado por una recesión que se considera inevitable. El turismo minimizó en España, y de manera muy especial en Balears, el impacto de otras crisis; en esta ocasión parece que no será posible.

En estas circunstancias es obligado. ¿Cómo se encuentra, qué tal lleva el confinamiento?
—Bien, igual que la familia. Afortunadamente igual que la mayoría de los empleados, aunque por desgracia también hemos tenido algún fallecido y varios afectados por el COVID-19.

¿Qué impresión le causa el edificio, con todos los departamentos cerrados? Debe ser complicado trabajar en estas condiciones...
—La verdad es que es desolador. A mí me encanta vivir el ritmo de la empresa, seguir de cerca la evolución de las reservas... Ahora tenemos la práctica totalidad de los establecimientos de la cadena cerrados. Mi padre (Gabriel Escarrer Juliá, fundador de Meliá Hotels International) me ha comentado que jamás se había imaginado un escenario como el actual.

La cuestión es muy directa. ¿Habrá temporada turística este año en Balears?
—Debo ser sincero. Será negativa. Me explico. Hasta que no se encuentre la vacuna del COVID-19, el hibernación del sector es inevitable. Además, en el caso de los archipiélagos de Balears y Canarias, considero que todavía será peor por su dependencia de los mercados exteriores y de la conectividad aérea. He hablado de este tema con la ministra Reyes Maroto y con el conseller de Turisme del Govern, Iago Negueruela, para que se realicen test masivos a la población.

palma 12:45 horas.

¿Cuál es el objetivo?
—Lo razonable es que la Unión Europea tome la iniciativa para que se hagan, también, test rápidos en origen a todos los pasajeros; es una manera de asegurar que todos los que viajan están sanos. Este tipo de pruebas tendrían que añadirse a la llegada al destino, en Balears y Canarias. Mire, sólo así se podrán vender una imagen de seguridad como destino turístico; creo que sería correcto aplicar una medida similar a corto plazo. Por otra parte, podría ayudar mucho la creación de un pasaporte sanitario europeo. De todos modos, insisto, será un año duro, no habrá temporada alta.

¿Tampoco habrá turismo nacional?
—Es factible, pero sólo lo veo en la Península. La gente, en las actuales condiciones, no querrá coger el transporte público –avión, barco o tren–, y mantener la distancia social en los aviones es inviable económicamente. Sólo veo algunas opciones en los hoteles vacacionales de tres y cuatro estrellas del litoral. También habrá que cambiar y adaptar la oferta actual, digitalizando las operaciones de checking y, por ejemplo, modificar los bufés por servir la comida al instante; el llamado showcooking.

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El escenario que describe es demoledor, catastrófico...
—Estamos ante una crisis de seguridad que no tiene precedentes. La mentalidad de los ciudadanos no cambia de la noche a la mañana, es una cuestión de cautela y de desconfianza en materia sanitaria hasta que no tengamos la vacuna. Si algo se recuperará será el turismo vacacional, no el urbano, es algo que las grandes cadenas mundiales con las que he mantenido algunas reuniones telemáticas ya tenemos asumido, para todas ellas la liquidez será clave.

En estas circunstancias no faltan voces que reclaman un cambio en el modelo económico balear...
—Es muy difícil otra segmentación, pero sí veo factible la diversificación de la industria turística. Creo que debemos aprovechar nuestro know how y nuestro Parc Bit se puede convertir en un pequeño Silicon Valley, esto es lo que debe promocionar el Govern; hay subsectores a promocionar con la digitalización. En otros campos es muy complicado ser competitivos por la insularidad. No hay que demonizar el turismo, yo también querría una economía más diversificada para Balears.

¿Se están haciendo bien las cosas desde el Govern?
—Creo que hay sensibilidad y ganas, pero la magnitud de la crisis necesita de soluciones innovadoras. Ahora es más necesaria que nunca la colaboración público-privada y, por supuesto, más coordinación en el sector público. Nos tenemos que sentar todos, es la única manera de sacar esto adelante. En este sentido, creo que el conseller Iago Negueruela está haciendo una labor excelente en la gestión de los expedientes temporales de regulación de empleo.

¿La ministra del ramo, Reyes Maroto, debería estar en el ‘núcleo duro' del Gobierno en materia económica?
—Su departamento –Industria, Turismo y Comercio– tiene todas las competencias afectadas y ella tiene talento y competencias. En estos momentos, la prioridad es claramente la crisis sanitaria, pero hay que ir pensando en las consecuencias económicas de la pandemia, algo que dentro de seis meses será el eje central del problema. Insisto, España debe conseguir que la Unión Europea implante el pasaporte sanitario, es el único método para la estigmatización de los destinos. Y en eso España y Balears tienen mucho en juego.

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Usted también es el presidente de Exceltur. Entiendo que el análisis que hace se extiende al conjunto de las empresas turísticas españolas.
—Efectivamente, el análisis es muy similar. Ya le digo, la única excepción será la oferta del litoral peninsular. Sólo hay margen para los hoteles de tres y cuatro estrellas y el sector aéreo tendrá que rescatarse en algunos países. Y lo repito, la clave está en la liquidez de las empresas durante los próximos meses.

¿Habrá un antes y un después de esta pandemia?
—Seguro, si en otras ocasiones el sector turístico fue el primero en salir de la crisis, en esta seremos los últimos. El cliente extranjero se lo pensará mucho antes de salir y todos los países fomentarán el consumo local. De verdad, me gustaría ser más optimista; pienso que soy realista.

¿También a nivel global? Meliá tiene hoteles en Asia y América...
—Es cierto, destinos como República Dominicana, Cuba, Puerto Rico u otros más alejados, en Asia, podrían revalorizarse con los test masivos, la seguridad es ahora una prioridad. En Estados Unidos, por ejemplo, sólo se contempla un crecimiento en Florida, e incluso en Las Vegas queda penalizado ante la aprehensión a entrar en las salas de juego por la acumulación de personas y la desaparición del turismo de convenciones. Así están las cosas.