Según ha informado el vicerrector de Investigación y Posgrado de la UIB, Jaume Carot, en rueda de prensa, desde la Universidad se había investigado «en repetidas ocasiones» estos hechos «sin llegar a encontrar nada» hasta que «en abril de 2016» se les presentó la primera denuncia por escrito contra este medicamento desarrollado por una empresa, que según ha aclarado, «no pertenece a la UIB, ni nunca había pertenecido». Respecto a los dos profesores que comercializaban el fármaco - uno tiene obligaciones docentes este periodo y el otro, no -, el vicerrector ha explicado que «se está estudiando qué medidas se pueden tomar desde la Universidad» pero de momento, ambos siguen en activo.
La UIB trasladó hace un año a la Fiscalía una denuncia que ratificaba los «rumores» que la dirección de la institución educativa conocía desde 2011, según los cuales dos catedráticos vendían a través de la empresa Lipopharma un fármaco que prometía curar el cáncer.
Los dos profesores de la UIB, junto con otras tres personas, han sido detenidos acusados de estafa por comercializar sin licencia el fármaco Minerval para enfermos de cáncer que habrían pagado a cambio, a través de una fundación sin ánimo de lucro, unos 600.000 euros, según la Policía Nacional
El vicerrector de Investigación y Postgrado, Jaume Carot, ha explicado que la universidad supo hace cinco años que había rumores según los cuales enfermos de cáncer acudían a las instalaciones donde se había sintetizado el principio activo del Minerval y pagaban por la medicina. Este extremo ha sido confirmado también por el inspector de la Policía Nacional que dirige la investigación, Jorge Miguel González, quien ha señalado que numerosas personas acudían a la UIB para interesarse por este producto.
Los responsables de la UIB intentaron confirmar estos «rumores» sin éxito hasta que en julio de 2015 la dirección del servicio de Oncología del hospital Son Espases les transmitió la misma información y les citó a una reunión en la que un afectado iba a darles un testimonio directo.
Esa víctima se retractó, por lo que el consejo de dirección universitario siguió sin actuar. Lo hizo cuando en abril del año pasado la presidenta del Consejo Social universitario, Francesca Mas, recibió una carta firmada por dos directores de centros de investigación que recogía a su vez la misma denuncia de comercialización fraudulenta por parte de la directora de Oncología del hospital de referencia.
«No se obtuvo ninguna evidencia, ni se consiguió de que nadie hiciera alguna declaración» hasta ese momento, ha incidido Cabot, que ha indicado también que aún no se ha adoptado ninguna medida disciplinaria respecto a los dos catedráticos acusados de estafa: Pablo Escribá y Xavier Busquets.
Además, Carot ha dicho que espera que la credibilidad investigadora de la UIB no salga dañada «por esta mala praxis y ha remarcado que «una cosa es el desarrollo de la molécula», cuyo nombre comercial es Minerval, y otra cosa, «el delito, que ha sido venderla».
Por su parte, el rector de la UIB, Llorenç Huguet, también presente en la rueda de prensa, ha destacado que la universidad se siente «perjudicada» y ha remarcado que «se tomarán las medidas que se tengan que tomar».
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