Djokovic afrontará el domingo en la pista central del All England Club, al suroeste de Londres, su décimo primera final de un Grand Slam, en la que aspira a conquistar su segundo Wimbledon ante el ganador del partido entre el británico Andy Murray y el polaco Jerzy Janowicz, en juego esta tarde.
El encuentro entre el argentino y el serbio, cargado de épica, superó hoy a la semifinal más larga hasta ahora en Londres, el encuentro de 1989 en el que el alemán Boris Becker invirtió cuatro horas y un minuto en imponerse al checo Ivan Lendl.
Del Potro, con un vendaje en su rodilla izquierda, que estuvo cerca de obligarle a retirarse esta semana, salvó dos bolas de partido en el cuarto set y levantó al público de la pista central en diversas ocasiones durante uno de los duelos más intensos de los últimos tiempos en Wimbledon.
Djokovic, que cerró el partido con 22 saques directos, se ajustó en los primeros juegos una visera para protegerse del sol y ancló con firmeza las zapatillas al césped, ya desgastado a estas alturas de torneo, para tratar de contrarrestar los obuses a casi 210 kilómetros por hora que le llegaban del otro lado de la red.
El argentino había dedicado la mañana a practicar su saque en las pistas exteriores del club y le atormentaba con la potencia que es capaz de imprimir a los tiros gracias a sus casi dos metros de altura.
En un encuentro tenso y estético, Del Potro gritaba de rabia cuando la bola no llegaba a desgastar la línea y el serbio felicitaba con un gesto a su rival cuando le sorprendía con un tiro cruzado.
Hacía un siglo que dos semifinalistas no llegaban a este punto del campeonato sin ceder un solo set y, como no podía ser de otro modo, la lucha por llevarse el primer parcial esta tarde se alargó hasta el 7-5, cuando Djokovic, con astucia, se impuso al resto gracias a bolas suaves que contrarrestaron la potencia del número ocho.
«¿Estás bien?», le preguntaba Del Potro a Djokovic tras un resbalón del serbio, que respondía con el pulgar levantado y continuaba encajando los raquetazos del argentino, que se movía con ligereza a pesar de que el dolor en la rodilla le ha torturado la última semana.
En mitad del segundo parcial, el número uno dejó escapar tres bolas de ruptura y acto seguido vio cómo Del Potro daba un golpe de autoridad al partido dejándole en blanco al resto, algo que nadie había logrado este año en Londres.
Brillante en los puntos decisivos, Del Potro salvó una nueva bola de «break» antes de arrebatarle el primer parcial de este Wimbledon a Djokovic y dejar el marcador como antes de empezar.
Habían pasado ya dos horas y, si bien el tiempo parecía correr a favor de Djokovic, con menos problemas físicos, Del Potro no dejaba de poner al serbio en crisis prácticamente en cada juego.
El número uno sonreía con incredulidad ante algunas bolas imposibles a las que llegaba Del Potro y se veía obligado a exprimir al máximo la perfección técnica que le ha llevado a ganar seis grandes para ponerse al nivel de su rival.
Del Potro no le dejaba margen de error y salvó tres bolas de set para forzar el desempate en un tercer parcial que el argentino dejó escapar por los detalles.
La exigencia del duelo era extrema y ni la potencia ni la precisión podían ser las mismas en un cuarto set en el que ambos jugadores quebraron el saque de su rival y se precipitaron hacia un nuevo desempate en el que Del Potro, heroico, salvó dos bolas de partido y se ganó, si no lo había hecho ya, el respeto de la central de Wimbledon, una de las catedrales del tenis mundial.
Poco antes de que se cumplieran las cinco horas de partido, Djokovic logró una vez más doblegar al argentino al resto y, en esta ocasión sí, puso fin a un encuentro que le abre las puertas a su segunda final de un Grand Slam este año.
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Delpo es uno de los grandes y si no hubiera estado inactivo por una lesión de larga duración, seguramente hubiera luchado con el trío de grandes por un lugar en el podio.