El suizo se hizo con su título número 70 en la final 100 de su carrera, y es desde esta noche el jugador que más veces ha ganado el torneo de Maestros, que reúne cada temporada a los ocho mejores tenistas del mundo, por delante del checo Ivan Lenld y el estadounidense Pete Sampras, ambos cinco veces campeones.
Federer desaprovechó una bola de partido en el segundo set y volvió a sufrir en el tercero ante el número uno de Francia, como ya le ocurrió en el primer partido del campeonato.
A pesar de las dificultades, el helvético mostró en algunos tramos la mejor versión de sí mismo, y puso en pie a las casi 20.000 personas que llenaban las gradas del O2 Arena londinense al devolver algunos golpes que parecían inalcanzables.
Al contrario que tenistas como el número uno del mundo, el serbio Novak Djokovic, o el número dos, el español Rafael Nadal, que han acusado en Londres el cansancio acumulado durante el año, Federer ha afrontado el tramo final de la temporada en un estado de forma notable.
Con la final de esta tarde, el suizo, de 30 años, firma una racha de diecisiete victorias consecutivas, una marca que no alcanzaba desde 2009, y cierra con sensaciones positivas la primera temporada en ocho años en la que no conquista uno de los cuatro Grand Slam del circuito.
Este último esfuerzo en octubre y noviembre también le ha servido al exnúmero uno del mundo para arrebatarle al escocés Andy Murray, que se retiró del torneo por lesión, la tercera posición en el ránking de la ATP.
Para lograrlo, el helvético tuvo que plantarse en el último partido de la Copa de Maestros tras superar en la ronda previa al español Rafael Nadal, número dos, al estadounidense Mardy Fish, octavo del mundo, y al mismo Tsonga, así como desbancar en la semifinal al también español David Ferrer, quinto del mundo.
Como en la mayoría de partidos que ha disputado a lo largo de una carrera, en la que ha conquistado 16 Grand Slam, Federer saltó esta tarde a la pista azul de Londres con al etiqueta de favorito asignada.
Con su sobrada experiencia en partidos clave, el número tres se mostraba sereno sobre la pista de Londres y avasallaba a su rival con golpes certeros en los primeros compases del encuentro, pero sufría al resto ante un Tsonga que atacaba con la versión más afinada de su potente servicio.
A pesar de su buen inicio, a Federer pareció sorprenderle el aplomo del francés, comenzó a mostrarse impreciso en algunos golpes y requirió más tiempo del esperado para defender sus servicios en el primer tramo del duelo.
Tsonga dejó a su rival en blanco en el cuarto juego con una serie de primeros servicios inapelables y puso en jaque la iniciativa del suizo con una autoridad que hizo rememorar aquel segundo set que el francés le ganó hace apenas una semana, en el primer choque del torneo.
En el que parecía su peor momento, el suizo sacó a relucir su experiencia y su dominio del juego devolviendo varias bolas que parecían inalcanzables para romper el servicio de Tsonga y poner en pie al público del pabellón londinense.
Federer acababa de anotarse la primera batalla psicológica con un golpe de autoridad que fue más letal para Tsonga que cualquier tiro ajustado a la línea.
El suizo avanzaba en este punto hacia la victoria, a pesar de que Tsonga hacía lo imposible para contener sus ataques y no dio su brazo a torcer hasta el desempate del segundo parcial, una lotería en la que la fortuna, esta vez, no estuvo del lado de Federer, que desaprovechó una bola de partido al resto.
El en set definitivo reinó la prudencia: ninguno de los dos se atrevía a arriesgar ante la posibilidad de que una desventaja en el marcador fuera definitiva, como finalmente sucedió en el penúltimo juego, cuando Federer se impuso de nuevo al resto y sentenció la final a su favor.
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