Algunos tuvieron la oportunidad de viajar a París para presenciarlo en vivo, pero los aficionados culés que se quedaron en la isla disfrutaron como si hubieran estado presentes en el mismo estadio de Saint Dennis. Habían pasado nada menos que 14 años desde que los barcelonistas se habían proclamado campeones de Europa por última y hasta el momento única vez, así que no es de extrañar que cuando el pitido final resonó en los altavoces de cadenas de televisión y receptores de radio los barcelonistas dieran rienda suelta a una euforia contenida durante casi tres lustros. Pocos minutos después de las 22,30 horas, las calles de Eivissa fueron escenario de un improvisado carnaval en el que el color azulgrana fue el protagonista acompañado de los cánticos, tracas y sonidos de claxon. Eto'o, Ronaldinho, Belletti y compañía se dieron un baño de gloria en la capital francesa y algunos quisieron emularles tirándose sin pensarlo a la fuente de Isidoro de Macabich para darse un chapuzón.

Se palpaba desde primera hora de la mañana que era un día especial. Muchos niños y adolescentes no dudaron en asistir a clase enfundados en las camisetas de sus ídolos, mientras que en los bares y oficinas la conversación giraba en torno al partido de por la tarde. Más de uno había adelantado su tarea para estar a la hora fijada frente al televisor, tal y como quedó patente a las 20,45 horas: tranquilidad en las calles pero alboroto en los bares y terrazas con pantallas gigantes. Hinchas con banderas, bufandas, camisetas y gorros con el escudo del equipo catalán se agolpaban en algunos de los locales más futboleros de la ciudad. Aunque la palma se la llevó el pabellón municipal de Es Pratet. El recinto exhibió una entrada muy pocas veces registrada para presenciar partidos de los equipos de la localidad gracias a la iniciativa del Ayuntamiento, que instaló un proyector para que los aficionados vieran el encuentro a lo grande. Más de quinientas personas convirtieron la grada en una extensión del Nou Camp con sus gritos de ánimo y aliento, como si el partido se estuviera jugando sobre el mismo parquet. Se sufrió durante la mayor parte del encuentro, pero tras el empate los aficionados empezaron una fiesta que no paró hasta bien entrada la madrugada. No faltaron ni el himno ni las canciones típicas en este tipo de celebraciones, con especial atención al máximo rival. La juerga continúo de camino a la fuente de Isidoro Macabich, cuyo acceso fue cortado al tráfico por la Policía Local y donde, a pesar de las personas allí congregadas, no hubo incidentes.